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Crítica de cine

«Bernarda»: La casa de las locas

«Bernarda»: La casa de las locas
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Emilio Ruiz Barrachina. T. Calero y E. Ruiz Barrachina (Obra: Federico García Lorca). Assumpta Serna, Victoria Abril, Alisa Mouliaá. España., 2018. 98 min.

Ay, Bernarda, Bernarda. Ay, Lorca, sus mujeres inmortales y las adaptaciones libres. pero ay, sobre todo, Barrachina. Cinco jóvenes son secuestradas y retenidas dentro de una extraña fábrica para ser luego subastadas como ganado y obligadas a ejercer la prostitución. Son las «hijas» de Bernarda Alba (Assumpta Serna), reciente viuda que también vive junto a su trastornada hermana (Victoria Abril), una severa criada, Poncia (Miriam Díaz Aroca), y Pepe, El Romano, objeto de deseo de casi todas ellas. Con la factura de una obra de teatro experimental organizada por los novatos alumnos de un instituto y cierto aire al cine español de los años 70, el filme intenta modernizar el texto del poeta introduciendo con fórceps temas como la ablación y el tráfico de mujeres (e incluso parece que le guiña un ojo al Kubrick de «Eyes Wide Shut», nada menos) mientras estas señoras declaman los textos con un énfasis y un griterío agudo entre tuberías herrumbrosas, una perrita ladra y algún espectador se pregunta por qué era necesario todo esto. Una casa de locas.