Cine y gastronomía para superar los odios balcánicos
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La gran pantalla y la mesa del restaurante ha reunido esta semana en la turística ciudad albanesa de Pogradec a cineastas de los Balcanes para dar ejemplo de diálogo cultural y convivencia entre diversas naciones divididas históricamente por odios y guerras.
En esta tercera edición del Festival de Cine y Gastronomía Balcánicos han competido unas cincuenta películas de corto y largo metraje, documentales y cintas de animación provenientes de Macedonia, Kosovo, Serbia, Rumanía, Turquía, Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Grecia y Albania.
"Es la segunda vez que acudo al Festival. Me gusta mucho y por eso repito. Tenemos tiempo de charlar relajadamente sobre cine y muchas otras cosas, disfrutando de la ciudad, el lago y la comida", explica Darko Basheski, director de Fondo Cinematográfico de Macedonia, en declaraciones a Efe.
Para el organizador del Festival, el director Eno Milkani, no son importantes los premios, sino el hecho de que la cultura una a gentes independientemente de los conflictos vividos en el pasado.
Los Balcanes son un mosaico de etnias y culturas por el que han pasado muchos ejércitos extranjeros -otomanos, austrohúngaros, italianos- y es, además, tierra de conquistas, mitos y batallas entre sus propios pueblos que, a lo largo de su historia, se han invadido unos a otros.
El conflicto más reciente provocado por la desintegración de la antigua Yugoslavia duró diez años (1991-2001), causando cientos de miles de muertos y millones de desplazados, por lo que sus heridas aún permanecen abiertas.
Este tema bélico ha predominado en las películas de los autores de Kosovo, autoproclamado independiente de Serbia en 2008, como el cortometraje "Column", de Ujkan Hysaj, premiado en algunas prestigiosas competiciones internacionales, como el Festival Internacional de Cine de Monterrey en 2012.
También la película del director croata Arsen Ostojic, "Halima's Path", refleja cómo las divisiones religiosas y étnicas durante la guerra de Bosnia provocaron dramas familiares.
El joven guionista kosovar Naser Shatrolli explica que tales tragedias no pueden ser obviadas, ya que la guerra está fresca en la memoria de la gente que ha perdido a sus seres queridos, aunque, añade, no hay que abusar de la violencia.
"Reflejando el pasado construimos el futuro, y el futuro es este momento de encuentro que estamos viviendo todos juntos", añade.
Sin embargo, estas divisiones no son siempre fáciles de superar, como explica el kosovar Agip Sopi, director de "Agnus Dei", que no pudo encontrar actores serbios para su cinta.
"En mi película, en la que se habla más serbio que albanés, quería buscar un serbio que hiciera el papel protagonista del soldado, pero no he podido. Lo rechazaron en el último momento", dijo Agim Sopi, que presentará su película en el Festival Internacional de Cine de Marbella en octubre.
El sociólogo italiano Luigi Za, organizador de un seminario con los participantes, describe esta actividad intercultural como "excepcional", ya que artistas originarios de naciones antes enfrentadas ven películas juntos, saborean comidas de sus países y dialogan sin prejuicios.
"Espero que el pueblo balcánico comprenda la historia como progreso y que no hay que retornar atrás, hacia lo que le ha dividido", afirma el conocido profesor a Efe, destacando que las guerras son una incidencia provocada por los que gobiernan.
Otros países que no han sufrido las recientes guerras balcánicas han presentado en el certamen películas de temas sociales universales que preocupan también en la región, como el paro, la pobreza o la familia.
Tampoco está ausente la cuestión del común pasado comunista, por ejemplo en la película "Wonderland"de Peter Kerek, que trata los sueños de niños rumanos de la década de 1980 por saborear una Pepsi, entonces símbolo de la riqueza occidental.
La alemana Andrea Görtler, miembro del jurado, asegura que existe una diferencia entre los jóvenes directores europeos, más atraídos por asuntos psicológicos y emocionales, y los balcánicos, especialmente los albaneses, centrados en temas más serios, trágicos y llenos de pasión.
Sentados a orillas del lago Ohrid, que Albania comparte con Macedonia, los artistas saborean durante estas jornadas la sabrosa gastronomía regional: la trucha endémica del propio lago, sardinas de la costa albanesa, "kebab"turco, "musaka"griega o "pljeskavica", las típicas albóndigas a la brasa de Serbia, Macedonia, Bosnia y Kosovo.
Todo ello regado con vino y "raki", el aguardiente local que se bebe en los Balcanes desde tiempos del Imperio Otomano.