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Clint Eastwood: "Cuando de verdad me canse de esta profesión lo sabré"

A sus 88 años se coloca delante y detrás de la cámara para dar vida a un anciano veterano de la guerra de Corea que decide trabajar para el cártel de Sinaloa. «No hay buenos papeles para los mayores», dice.

Clint Eastwood, como el horticultor Earl Stone, acaba por convertirse en un correo de drogas para un cártel mexicano. «Nunca es tarde para aprender», asegura este garnde del cine
Clint Eastwood, como el horticultor Earl Stone, acaba por convertirse en un correo de drogas para un cártel mexicano. «Nunca es tarde para aprender», asegura este garnde del cinelarazon

A sus 88 años se coloca delante y detrás de la cámara para dar vida a un anciano veterano de la guerra de Corea que decide trabajar para el cártel de Sinaloa. «No hay buenos papeles para los mayores», dice.

El suyo es un casi insólito; sin embargo, siempre ha sabido moverse bien dentro del sistema cinematográfico de Hollywood. Representó un icono de masculinidad en los años setenta y ochenta. Quizá sea el actor/director con la carrera más apabullante de la industria cinematográfica, no por necesariamente ser el mejor, sino simplemente por no haber pasado nunca de moda. Ha dirigido o actuado casi cada año durante los últimos cincuenta. Ahí están «Por un puñado de dólares», «Sin perdón», «El bueno, el feo y el malo», «Million Dollar Baby» y «Gran Torino». A sus 88 años continúa creando sus propias reglas a la hora de hacer cine. En «Mula», Eastwood es el protagonista y junto a él, Bradley Cooper, al que en su día dio un papel protagonista en «El francotirador». «Mula» no se ha convertido en un éxito de taquilla en EE UU como sí lo fue en su día «Gran Torino», por ejemplo, pero sin duda refuerza las credenciales de uno de los cineastas con más autonomía y productividad.

Earl Stone es un veterano de la Segunda Guerra Mundial que a sus noventa años, casi la edad misma de Eastwood, se encuentra con preocupantes problemas financieros. De repente se ve envuelto en un negocio lucrativo a la par que peligroso: transportar droga para un cártel mexicano. El anciano saldará todas sus deudas financieras con las ganancias; sin embargo, todo se complica cuando se topa con un agente que le pisa los talones interpretado por Bradley Cooper.

–¿Cómo explicaría la película a alguien que aún no la ha visto?

–Es la historia de un viejo que accidentalmente se ve envuelto en el transporte de drogas del sureste de EE UU hacia Chicago. En un principio se da cuenta de que le están pagando de maravilla, aunque no es del todo consciente de lo que está transportando. Cuando al final se da cuenta resulta demasiado tarde y hay mucho dinero de por medio. En un principio piensa que debería parar, pero se convierte en una especie de Robin Hood que ayuda a quien lo necesita con ese dinero de dudoso origen. Se siente un poco atrapado entre lo que debe hacer y lo que es lo correcto. Es un personaje muy peculiar y tremendamente interesante.

–Hay bastantes alusiones en el filme al remordimiento, al lamento y al arrepentimiento. ¿Puede explicarnos el motivo?

–Cierto. En un principio, cuando empieza a transportar la droga y ve la cantidad de dinero que le reporta, lo pasa bien. A pesar de su edad, tiene éxito con las mujeres, conoce gente muy diferente y lo disfruta. Una vida distinta. Está aprendiendo cosas nuevas, algo que a nivel personal me parece positivo y que ya apuntamos en «Gran Torino». Nunca se es demasiado mayor para aprender. La trama nos lleva a ver a un hombre que se ve en la tesitura de lidiar con gente peligrosa y estar a punto de perder la vida. Aunque al final puede reunirse con su familia.

–¿Le ha costado volver a ponerse delante de la cámara?

–Como director he podido disfrutar más que como actor, donde me he encontrado más limitado, pues no todo te cuadra por muy buen intérprete que seas. No hay demasiados buenos papeles para actores mayores, por lo que tienes que mostrarte bastante selectivo. Lo último que quiero es aceptar cualquier papel por el hecho de querer actuar. No existen demasiados guionistas que sepan escribir papeles para actores mayores, no es una tarea fácil. En los viejos tiempos sí se hacían cosas más interesantes para los actores de mayor edad, había papeles más variados. Yo por ejemplo, no tengo ningún interés en tocar el género fantástico o de ciencia ficción en mis películas, por lo que tengo más limitadas aún mis opciones. Pero dicho esto, dirigir me apasiona, es tan divertido como actuar. No, me corrijo, es mucho más divertido porque no tienes que estar viéndote la cara continuamente (risas) ni metiéndote y saliendo del personaje.

–¿Le resulta difícil dirigirse?

–A estas alturas ya es una tarea sencilla pues llevo dirigiendo películas desde 1970. «Escalofrío en la noche» fue mi primera vez.

–¿Qué es lo que más disfruta cuando dirige?

–El placer de poder observar a otra gente, el poder contratar a quienes entiendan la visión que tienes de tu historia, interactuar con los actores.... En ocasiones tienen su propia opinión sobre ciertas escenas y es bienvenida, aunque si no sale bien les invito a que prueben mi manera de interpretar para ver cómo lo sienten.

–¿Bradley Cooper fue su primera opción para interpretar a Colin Bates?

–Habíamos trabajado con anterioridad en «El francotirador» y le considero un actor con talento. Estaba trabajando en «Ha nacido una estrella» y le dije que cuando acabara se viniera a rodar mi película. Era el actor adecuado para el papel.

–¿Le pidió consejo para dirigir su primer largometraje?

–Me preguntó alguna cosa, pero en general tenía bastante claro la visión de lo que deseaba hacer. Fue idea suya elegir a Lady Gaga para el papel y personalmente creo que apostar por ella ha sido un acierto pleno.

–¿Cómo se comportó bajo su batuta?

–Es un actor bastante comprensivo, con muy buen instinto. Nuestra colaboración ha resultado especial. Nos entendemos bien y ambos sugerimos cosas que nos parecían apropiadas. Me parece un actor que se mueve muy bien en papeles dramáticos.

–Usted es un director con una vasta carrera. No sé si ha pensado alguna vez en su legado.

–No creo que sea yo el que tiene que juzgar mi propio trabajo o mi legado para el futuro. No es algo que se me pase por la cabeza, intento pensar en lo que estoy haciendo ahora mismo y los proyectos que pueda tener próximamente y no más allá. No es fácil encontrar material de calidad, por lo que cuando lo hallo, todos mis esfuerzos se concentran en eso.

–¿Le interesa el cine que se hace hoy en Hollywood?

–Me encantaría tener el tiempo suficiente para ver más películas, pero cuando estoy trabajando no tengo tiempo de ir a una sala.

– «Mula» hace la número 37 de sus películas como director y productor.

–¿De verdad? Tengo que pararme a pensar que he hecho tantas porque no soy consciente (risas). Lo cierto es que en esta profesión es complicado tener longevidad, nunca se sabe lo que va a suceder. A veces se te pasa por la cabeza cuánto va a durar o si realmente es lo que deseas hacer, aunque creo que es un debate más emocional que intelectual. Creo que cuando de verdad me canse lo sabré.