¿Cómo «comprar» un Oscar?
Esta noche se celebra la gran ceremonia del cine. Las favoritas son «12 años de esclavitud» y «Gravity», pero no hay nada asegurado. Publicidad, anuncios y estrategias no siempre limpias. Todo sirve para alcanzar el éxito.
No es oro todo lo que reluce, y en los Oscar navegan por un arroyo los intríngulis y maquinaciones para conseguir la valorada estatuilla. Agenciarse una nominación responde a un arduo trabajo por parte de los ejecutivos de los estudios, expertos en márketing y los propios actores. La típica campaña de los Oscar en la actualidad llega a durar unos seis meses. Es un arduo y lento proceso que suele comenzar en agosto y septiembre coincidiendo con los festivales de cine de Telluride, Venice y Toronto. Así al menos lo demuestran las ganadoras a mejor película en los últimos seis años. El siguiente paso serían los estrenos limitados donde los anuncios publicitarios en revistas del sector añaden la famosa frase «For Your Consideration», avisando de esta forma a los miembros de la Academia que hay que prestar una especial atención al filme en cuestión. Además de los simples anuncios, se organizan cenas y almuerzos en la costa este y oeste para empezar a convencer a los miembros para que aboguen por la película. En ocasiones el juego sucio se ha implantado como por ejemplo cuando Nicolas Chartier unos de los productores de «The Hurtlocker» mandó un email masivo animándoles a votar por su película en vez de a la peli de «500 millones» (refiriéndose a «Avatar»). A Chartier se le prohibió por este motivo acudir a la ceremonia. La Academia ha dejado claro que cualquier publicidad insultando o haciendo de menos a un rival con comentarios despectivos no será tolerada. Un táctica usada por los aspirantes más fuertes, es decir, con más dinero, es saltarse la época festivalera y elegir una fecha de estreno clave en diciembre (mes conocido por el estreno de películas de calidad con opción a estatuilla). Esta maniobra tiene la única intención de que la película sea vista por los miembros de la academia lo más cerca posible a las nominaciones para que tengan fresca en la memoria la película y así multiplicar las posibilidades de ser nominada. Dos películas este año se han beneficiado de esto: «El lobo de Wall Street» y «American Hustle».
Lo que queda claro es que la búsqueda del Oscar no es algo que salga barato a los estudios. Por muy bueno que sea un film, si no tienes un distribuidor con una maquinaria bien engrasada las posibilidades son más ínfimas que Lance Armstrong volviendo a presentarse al Tour de France. La cantidades invertidas en las campañas obviamente varían según el presupuesto de la película, pero la media en publicidad y marketing para promocionar un filme no baja de los cinco millones de dólares, dividiéndose tres en publicidad y dos en costes de viajes y entretenimiento. Pero como no todo se puede comprar con dinero, no siempre el que más gasta recibe más nominaciones.
La publicidad no garantiza el éxito
Sin ir más lejos, este año dos de las películas que más dinero han gastado en publicidad han sido de las peor paradas. «A propósito de Llewyn Davis», que invirtió una gran fracción de este dinero en realizar una serie de conciertos presentando la banda sonora de la cinta, y «Al encuentro de Mister Banks», que realizó un megaconcierto con canciones de «Mary Poppins» en Los Angeles Polo Lounge, se han quedado, la primera, con dos nominaciones menores, y la segunda, con una sola. Sin embargo, está demostrado que gastar dinero en campañas ayuda. No hay más que hacer recuento de la cantidad ingente de películas independientes que se han quedado en el camino por no tener suficiente dinero. Robert Redford tiene mucho con lo que identificarse en este caso por el filme «Cuando todo está perdido», donde el veterano actor echa la culpa a Lionsgate por la corta campaña que ha hecho con su película y, como consecuencia, el desaire que ha recibido de la Academia al no incluirle como nominado en la categoría de mejor actor. Las películas de bajo presupuesto confían, en ocasiones ciegamente, en los miembros de la Academia. Su visionado es para ellas clave a la hora de poder conseguir las nominaciones. Todo depende de que los miembros la vean o no y he aquí unos de los secretos más sucios y oscuros. Muchos de los miembros de la Academia no ven los filmes, según el analista del «Hollywood Reporter» Scott Feinberg. Este experto asegura que es todo un reto que los miembros visionen las películas.
No hay que olvidar que la carrera hacia los Oscar es una campaña política como otra cualquiera. Se crea un filme y se pide el voto sin meter la pata al pedirlo. Harvey Weinstein, uno de los pesos pesados de Hollywood contactó a una ex directora de campaña de Obama para que le ayudara a promover el año pasado su cinta «Silver Lining Playbook». Se comentó que se le pagó una cierta cantidad dinero por tuitear sobre el filme y hacer hincapié en el trato a las enfermedades mentales que la película examinaba. Este año ha seguido tuiteando para promocionar «Philomena», también producida por Weinstein.