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Teatro

Crítica de 'Casa-miento (Bodas sin sangre)': matrimonio y familia con varios terrones de azúcar ★★★

Carolina África se presta, con desparpajo y naturalidad, a las piruetas interpretativas que exige una propuesta de este tipo

Carolina África en un momento de la representación Daniel Caño

Autoría, dirección e interpretación: Carolina África. El Umbral de Primavera. Hasta el 29 de noviembre.

Después de debutar el pasado año en la gran pantalla como directora, con la adaptación de su propia obra teatral ‘Verano en diciembre’, Carolina África ha regresado al teatro con una obra íntima de pequeño formato que viene a contrarrestar, con arte y artesanía, la suntuosidad y la complejidad que van siempre asociadas a las producciones cinematográficas. Muy sencilla en apariencia, aunque tiene no pocas complicaciones técnicas y creativas, "Casa-miento (Bodas sin sangre)" en un monólogo con muchos personajes -escrito, dirigido e interpretado por África- que cabe encuadrar dentro del cansino género de la autoficción y que habla, desde la vivencia real de la actriz, de las relaciones paterno-filiales, del rito y el significado del matrimonio, de la maternidad y, en definitiva, del amor en el ámbito familiar.

La verdad es que el título se las trae: si a día de hoy todavía no han encontrado la fosa de Lorca, no será porque él no dé pistas de dónde está removiéndose dentro cada vez que alguien le cita, que viene a ser prácticamente cada vez que alguien estrena. Pero, dejando de lado las forzadas y manidas alusiones al poeta granadino, presentes aquí en el título y en una escena de la función, la obra es digna de aplauso fundamentalmente por dos motivos: en primer lugar, por la variedad de lenguajes que la directora maneja, con eficacia y armonía, a la hora de contar la historia: teatro de objetos, narración oral, teatro dramático al uso, teatro gestual y máscara…; en segundo lugar, por el riesgo que asume África en su faceta de actriz prestándose a hacer, con desparpajo y naturalidad, las piruetas interpretativas que exige una propuesta de este tipo. El resultado es más que correcto en su conjunto, y diría que original y brillante en lo que concierne a la dirección; pero el texto -entrañable en algunos momentos y algo ñoño en otros- no termina de trascender la cotidianidad personal: falta un poco más de hondura reflexiva -o de belleza poética, si se hubiese apostado por esa vertiente- para tocar de verdad el alma del espectador.

  • Lo mejor: Es una propuesta sencilla, atrevida, sin grandes pretensiones y muy bien resuelta desde el punto de vista formal en todas sus facetas.
  • Lo peor: El exceso de almíbar y las referencias a Lorca (para alguien que tiene que ir con frecuencia al teatro esto último empieza a ser una tortura).