Crítica de 'Cómo entrenar a tu dragón': Fogosas criaturas ★★★

Quince años después de que se estrenase la primera entrega de «Cómo entrenar a tu dragón», Dean DeBlois, quien ya dirigiera la popular trilogía de animación que llegó a conseguir hasta cuatro nominaciones a los Oscar, ha decidido ahora ponerse otra vez al frente de la adaptación en acción real de la exitosa saga financiada por DreamWorks.

Vuelven, en fin, los dragones en todas sus modalidades y tamaños, vuelven los vikingos, con ese odio a cuesta hacia estos animales y nosotros volvemos, pues, a la escarpada y bella Isla Mema, donde la enemistad entre ambas «especies» dura ya varias generaciones. Algo que no va con el joven Hipo, hijo del jefe Estoico el Inmenso y quien, lejos de aborrecerlos, acaba estableciendo una entrañable amistad con una de estas adorables bestias, lo que le hará conocer la verdadera naturaleza de los dragones, algo que el padre del chico no puede ni siquiera concebir. Así, junto a la valiente y ambiciosa Astrid y el estrafalario herrero del pueblo, deciden plantarle cara a una sociedad guiada por la incomprensión y el miedo.

Amparada por unos potentes efectos digitales, deja la misma impresión en los espectadores que la original: que se trata de una historia enternecedora habitada por personajes, de dos y cuatro patas, encantadores (incluso algunos en su propia ignorancia) con excelentes escenas de acción cuyo adolescente protagonista parece, incluso, haber madurado durante el tiempo transcurrido desde que aquel ya lejano 2010 en que apareció la primigenia cinta. Por mucho fuego que eche por la boca, ponga un reptil alado en su vida, nunca se arrepentirá.

Lo mejor: Que posee la misma encantadora ternura que la cinta original.

Lo peor: Quien conozca bien la historia de la película se llevará muy pocas sorpresas.