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Crítica de «Desmontando a Lucía»: Entre Bogart y Tarantino ★★★

Dirección y guión: Alberto Utrera. Intérpretes: Hugo Silva, Susana Abaitua, Julián Villagrán y Rodrigo Poisón. Fotografía: Miguel Ángel García. España, 2024. Duración: 103 minutos. Thriller/comedia negra.
Susana Abaitua en "Desmontando a Lucía"
Susana Abaitua en "Desmontando a Lucía"
La Razón

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La joven Lucía sufre hace años un severo transtorno obsesivo compulsivo (que provoca en quienes lo padecen pensamientos intrusivos persistentes, temor o preocupación, así como conductas repetitivas) y frecuentes ataques de ansiedad. Pero es que, por si fuera poco, Lucía acaba detenida tras aparecer junto al coche de su novio Héctor con la ventanilla rota y, dentro, ropa empapada de sangre. Aturdida, le asegura a Oliver, un abogado cuyas deudas económicas lo tienen contra la espada y la pared, que solamente recuerda el fin de semana pasado, cuando estuvo en la playa con el desaparecido y Elena, la mejor amiga de Lucía y que también parece que se tragó la tierra. Ahora los dos están desaparecidos, y entre un episodio protagonizado por una botella rota en la cabeza de Héctor tras una infidelidad y la aparición en escena de Simón, «perito judicial» amante de las películas «noir» clásicas que intentará saber qué ha pasado con los dos transcurre este loquito, divertido thriller mientras el asunto comienza a complicarse muy mucho a lo Tarantino y con remembranza de aquellos «Sueños de un seductor» (Woody Allen, 1972) con el hallazgo de un tipo secuestrado que nada tiene que ver con el caso principal y un par de giros de guion, sobre todo, uno a los 15 minutos largos de metraje, que no intuía nadie. Cierto, el final se nos antoja demasiado embarullado pero el remate es, literalmente, de cine, y del bueno. Tipo Bogart, ya saben.
Lo mejor: Silva, Abaitua y Villagrán están estupendos en este alocado y divertido thriller
Lo peor: Quizá el final, con tantas explicaciones a la carrera, nos parece algo precipitado