Crítica de "La estrella azul": El rock más sensible ★★★ 1/2

La vida de la madre de Mauricio y Pedro Aznar ha debido ser dura, durísima. Ambos acabaron tempranamente muertos; el primero, por una sobredosis, el segundo se suicidó dos días antes. Casualidad o no, Mauricio fue un famoso cantante de rock, un gran tipo, a tenor de lo que confiesan sus mejores amigos, un joven sensible pero peligrosamente tentado por las adicciones. De ahí que abandonara Zaragoza, donde vivía, durante los años 90 para visitar Latinoamérica buscando reencontrarse con la música y olvidar las drogas.

Allí, en Santiago del Estero, Argentina, conoce a Carlos, un anciano músico en horas bajas que, a pesar de ser autor de varias de las canciones más famosas del folclore del país, apenas consigue pagar las facturas de su numerosa familia. Mauricio conoce gracias a este generoso y sabio anciano la chacarera, como llaman a un ritmo y danza tradicionales de aquella zona.

Y esta gente tan cálida y acogedora le preguntan a Mauricio por el fútbol, por el Madrid y el Barcelona, pero el protagonista solo quiere hablar de sones y llevar esos temas que tocan hasta los niños pequeños a España. Cuánto cariño ha volcado en su opera prima Macipe, un filme hermoso, emotivo, donde el dolor y la melancolía están presentes, y, sobre todo, el poder sanador (aunque a veces llegue tarde) y universal de la música. Sí, a Mauricio le ha gustado la película, lo comprobaremos al final.

Lo mejor:

Se trata de una película muy hermosa, emotiva, y llena de cariño por el protagonista

Lo peor:

Algo más de información sobre su hermano ayudaría a entender mejor su decisión final