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Crítica de 'Materialistas': El amor es cosa de pobres ★★
Título: Materialistas (Materialists). Dirección y guion: Celine Song. Intérpretes: Dakota Johnson, Pedro Pascal, Chris Evans, Zoe Winters. USA-Finlandia, 2025. Género: Romance.

Es extraño ver una película que dice lo contrario de lo que cree estar diciendo o, en el mejor de los casos, no sabe muy bien lo que dice. Se supone, pues, que “Materialistas” obedece a la necesidad de reescribir las estrategias discursivas de la comedia romántica en tiempos de la capitalización de los afectos, pero, por el camino, Celine Song parece olvidarse de que: a/Ni siquiera está interesada en la dimensión cómica de su romance, y b/Que las diferencias de clase y cuenta corriente ya preocupaban a los clásicos (sobre todo en la era del post-crack del 29: véase la memorable “Sucedió una noche”). ¿Cuál es, pues, la novedad de “Materialistas”? Tal vez descubrir que los anillos de compromiso se inventaron en el Neolítico.
Si pensamos en su protagonista femenina, Lucy, una ‘matchmaker’ de una agencia matrimonial para clientes que cotizan en bolsa, podríamos sostener que Song la ha imaginado como la versión levemente hostil, gélida y pragmática, de la Jennifer López de “Planes de boda”, y así la encarna Dakota Johnson, desde una ausencia elegante y sofisticada, que parece calcular la vida, la ajena y la suya propia, como una balanza de pagos de intercambios afectivos.
Acaso la acusada frialdad de la película podría emanar de ese punto de vista, si Song estuviera segura de criticar la visión materialista del amor de Lucy, que esta comparte (a ratos) con uno de sus dos intereses románticos, el multimillonario que interpreta Pedro Pascal. Muy torpemente, la directora de “Vidas pasadas” necesita incorporar a su ecuación narrativa una subtrama de agresión sexual para redimir la tendencia de su heroína a entender el deseo como un valor de mercado, pero lo cierto es que su cámara está enamorada de los restaurantes de lujo y los pisos de veinte millones de dólares en Manhattan, tanto como lo están las mujeres que sueñan con tener en casa a un Pascal de voz aterciopelada, de modales bañados en oro, un hombre rico, guapo y bien vestido. Insistimos, pues: ¿cuál es la novedad?
Song confía en el plano largo y en el diálogo afilado (la primera cena entre Johnson y Pascal es, en ese sentido, ejemplar). Acaso la película podría ser una mezcla ensimismada de cierto cine neoyorquino (de Woody Allen a Noah Baumbach) si no estuviera tan empeñada en reinventar un género (cosa que sí hacía, por ejemplo, la excelente “La boda de mi mejor amigo”). Sin embargo, al final el dilema que plantea “Materialistas” es tan viejo como la misma historia del cine: hay que decidirse entre el hombre rico y el hombre pobre, entre el plazo fijo y la renta variable, entre el banquero y el artista, entre el orden y el caos. Si “Materialistas” insiste en decirnos algo sobre la naturaleza utilitaria de la seducción en tiempos controlados por el algoritmo, la conclusión no puede ser más ingenua. Como en las viejas películas de Jean Negulesco, Song sigue creyendo en el amor, aunque sea cosa de pobres.
Lo mejor: Dakota Johnson en plan matchmaker sin escrúpulos, y algún diálogo escrito con pluma afilada.
Lo peor: Es una película de nueva rica que defiende que el dinero no compra la felicidad amorosa.
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