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Diego Luna, en otra galaxia

Saltó de alegría cuando el director de «Rogue One: una historia de Star Wars» le dijo que el papel del capitán Cassian Andor era suyo. Dice que confía en el ser humano y que su personaje fetiche es Darth Vader. «Me mola el lado oscuro», confiesa el mexicano

Imparables. Los soldados imperiales muestran todo su poder en esta cinta
Imparables. Los soldados imperiales muestran todo su poder en esta cintalarazon

Saltó de alegría cuando el director de «Rogue One: una historia de Star Wars» le dijo que el papel del capitán Cassian Andor era suyo. Dice que confía en el ser humano y que su personaje fetiche es Darth Vader. «Me mola el lado oscuro», confiesa el mexicano

Los años han dejado huella en el rostro juvenil de Diego Luna. Atrás quedó el joven impetuoso de «Y tú mamá también». Sus rasgos son ahora más afilados pero su mirada no ha perdido un ápice de limpieza. Hijo de un diseñador de decorados y de una creadora de vestuario, todo hacía presagiar que acabaría con el tiempo formando parte del mundo de la interpretación. Su madre falleció en un accidente de coche cuando tan solo tenía dos años y su padre no se separó de él desde ese momento. La carrera cinematográfica de Luna es versátil, pues no solamente es actor. A sus 36 años confiesa que está cómodo en su piel y que vive un momento «estupendo. Yo me siento muy a gusto»Es el capitán Cassian Andor, un miembro del grupo Rebelde que quiere hacerse con los planos de la Estrella de la Muerte en «Rogue One: una historia de Star Wars», la primera película que emerge independiente de la saga y que está dirigida por Gareth Edwards y coprotagonizada, entre otros, por Felicity Jones y Forest Whitaker.

–Imagino que conseguir este papel ha sido un sueño. ¿Cómo fue su reacción?

–De total incredulidad. Tuve una cita con Gareth. Pensaba que era una reunión informal para conocerme y quizá para que en un futuro, y con suerte, pensara en mí. Pero a medida que iba avanzando la conversación me empezó a hablar de la película, de los motivos que le llevaban a rodarla y me describía a un personaje en particular. Me di cuenta de que lo que me estaba diciendo es que quería que yo hiciera el personaje que me estaba describiendo. La situación era tan extraña..., pues él no me estaba diciendo que el papel iba a ser para mí, sino más bien: «Yo quiero que tú seas ese personaje». Me contó todo el filme. Cuando acabó la reunión me fui a casa emocionadísimo, pero al tiempo confundido porque siempre me pongo en lo peor. Me entró la paranoia y empecé a pensar que el proyecto no saldría adelante y que nunca sería seleccionado. Sin embargo, había un hecho al que daba vueltas: ¿por qué tanto interés en mí por parte del director?

–¿Se volvieron a ver?

–Sí, pero pasó bastante tiempo hasta que me telefonearon para hacer una prueba en México y más tarde en Londres. Así que me fui para allá y viví ya una película, porque me citaron en un hotel al que tuve que acceder por la puerta de atrás y me condujeron a una habitación que no estaba a mi nombre. El secreto era absoluto; así con esta premisa, llegó la psicosis de no contar más de lo que debía. Tras este encuentro, Edward me llamó desde San Francisco cuando yo estaba trabajando en Budapest y fue bastante explícito. Solamente me dijo cuatro palabras: «Bienvenido a Star Wars».

–¿Cómo reaccionó?

–Empecé a dar saltos enloquecido. Guau. El papel era mío.

–¿Ha sido fan de «La guerra de las galaxias» desde pequeño?

–Fue de las primeras películas que me marcaron y como espectador me ayudó a formarme a nivel cinematográfico. Me llegaron en el momento justo, cuando tenía seis años. Crecí con ellas y formé parte de ese mundo, con el que fantaseé imaginando lugares ideales en los que yo era el capitán de una nave. Fíjate qué curioso. Además, siempre me fascinó el lado oscuro, me mola.

–El papel que interpreta, ¿se parece más a Han Solo o tiene trazas de Luke Skywalker?

–Bueno, te voy a ser sincero: no puede haber otro como Han Solo, eso es imposible. Pero Cassian y él comparten una misma cosa, que ambos son humanos en esta mitología, no jedis como Luke Skywalker. Y eso ya es una conexión. Pero no creo que en esta cinta se pueda comparar a ninguno de los personajes con los anteriores. Eso es lo que la hace tan especial.

–¿Se considera un idealista?

–Sí, y creo que por ese motivo formé parte del proyecto. Es un filme sobre la rebelión, los héroes de carne y hueso, esos que se parecen a nosotros, que toman el control de su realidad. Un grupo de rebeldes que decide combatir y enfrentarse al imperio con todas sus consecuencias y sacrificando lo que haga falta. Transmite un mensaje muy claro: que el cambio lo podemos hacer nosotros.

–Es, efectivamente, gente ordinaria que realiza actos extraordinarios. ¿Quiénes mueven el mundo, los líderes o las personas de a pie?

–Sin duda, tú, yo, ese hombre, aquella muchacha, el tendero... Si el mundo cambia es porque queremos que esa transformación se produzca. A través de ejercer la ciudadanía, de comprometerse, de involucrarse, quitarle el mando a los poderosos.

–¿Usted confía en el ser humano?

–Claro que tengo fe, por ese motivo tuve hijos y por eso me gusta mi profesión, contar historias y comunicarme. Yo no trabajo pensando en el dinero que me va a reportar ni en la taquilla. Creo que hay más personas buenas que malas. Tampoco pienso que la bondad o la maldad sean «per se», como a veces nos hacen creer las películas. Existe una paleta de grises que no se debe dejar de lado y realidades que a veces te empujan a cometer ciertas acciones. Es precisamente lo que cuenta «Star Wars», que contempla que existe un equilibrio entre la fuerza y el lado oscuro, y ambos te están llamando constantemente, es un debate continuo. La clave es hallar el equilibrio.

–El problema está en que parece que no somos capaces de encontrarlo.

–Así es. Eso pasa. Éste mundo que nos ha tocado vivir nos ha desconectado. Tenemos más herramientas que nunca para estar unidos y al mismo tiempo estamos más distanciados los unos de los otros. Eso no quiere decir que no podamos reinventarnos y cambiar. Creo que sí hay esperanza.

–Ahora que conoce el mundo del cine por dentro, ¿le ha sorprendido?

–Más bien ha sido todo lo contrario. Tenía más prejuicios antes. Ahora que conozco la realidad me parece que no es tan complicado. Tengo amistad con gente en Hollywood que se parece bastante a la gente que más admiro de mi tierra. También me doy cuenta de que cada vez que vengo a Estados Unidos disfruto mucho porque mi país es México, mi realidad está allí, donde me siento cómodo. Y eso no se me olvida nunca.

Darth Vader, compañero de pupitre

Cuando era niño a Diego Luna (en la imagen, caracterizado como el capitán de «Rogue One») le entusiasmaban los muñecos de la saga con los que montaba historias fantásticas con final feliz. «Darth Vader fue mi personaje favorito y el primer juguete articulado que tuve. Eran tiempos diferentes a los de ahora. Recuerdo que debí esperar un par de meses para que el bendito juguete llegara a casa, así que en el momento en que entró se convirtió en lo más importante de mi vida. Solía llevarlo a la escuela todos los días y lo sentaba a mi lado, como si fuera mi mejor compañero de clase». Confiesa que le costó un tiempo acostumbrase al set de rodaje, una semana más o menos. «Pensará el espectador que rodamos con un fondo azul en muchas de las escenas. Pues no es así. La mayoría de decorados eran reales. Cuando entrabas en una nave lo hacías de verdad. Apretabas un botón y se prendía una luz y sentías que te encontrabas en un aparato espacial. Era como estar en un parque de diversiones. Tuve que pellizcarme a menudo para recordar que me pagaban por actuar y que no era un fanático más», explica con buen humor y recuerda un dato un tanto bizarro del rodaje: «El secreto era tal que hasta mis hijos cuando venían a verme trabajar tenían que firmar que no contarían absolutamente nada de lo que habían visto allí. Y eso que Fiona es una niña de sólo seis años...» Un dato: el rostro de Luna es la portada del número de diciembre de la edición mexicana de «Forbes» con el título de «Los mexicanos más creativos en el mundo». «Hay que perderle el miedo al miedo», dice.

Entre el episodio III y IV

«Rogue One» se ha creado para aquellos que creían que el salto entre el tercer episodio, dirigido por George Lucas en 2005, «La Venganza de los Sith», y el mítico episodio IV, «Una nueva esperanza», de finales de los años setenta era demasiado grande tanto en cuestión de tiempo como de calidad. Así, «Rogue One» –aunque sea la octava entrega de «La Guerra de las Galaxias»– cronológicamente tiene lugar después de que Anakin Skywalker se haya pasado completamente al lado oscuro (convertido ya en Darth Vader) y los Sith hayan acabado con la mayoría de los jedis del universo y antes de que Luke Skywalker comience la misión para liberar a la princesa Leia junto a los carismáticos Han Solo y Chewbacca. En «Rogue One», el Imperio Galáctico está ensayando la poderosa arma de destrucción masiva, conocida como la Estrella de la Muerte y un grupo de rebeldes, entre los que destaca el personaje interpretado por Diego Luna, intentará hacerse con los planos para poder destruirla antes de que sea capaz de aniquilar planetas enteros.