El día que Akim se convirtió al cristianismo
«El apóstol», inspirada en un hecho real y ahora de estreno en España, se retiró de los cines franceses tras el atentado de «Charlie Hebdo». Plantea el tema de la evangelización de los musulmanes.
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Si matasen a tu hijo o hija, hermana, padre, madre... y supieras que la familia del asesino vive a tu lado, ¿cómo reaccionarías? ¿Venganza? ¿Huir para romper con todo? O mejor, ¿te quedarías en el barrio para ayudar a esos padres, que ya suficiente tienen con la desgracia cometida bajo su nombre? Difícil de saber, pero si hay alguna opción es la última, que no imposible. Tanto es así que esta situación se convierte en el punto de partida de «El apóstol», una historia que su directora, Cheyenne Carron, vivió muy de cerca y que le ha servido como inspiración.
Por ahí van los tiros que encienden una chispa dentro de Akim, un musulmán cuyas «oraciones a Alá son más bien una cuestión de forma que de fondo», cuenta Fayçal Safi, quien le da vida. Llamado a ser el relevo generacional de su tío, imán, no le será nada fácil continuar por ese camino «soñado» por los suyos. Porque si hay algo de este suceso que llama la atención del protagonista es la mano tendida de un sacerdote –cristiano– hacia la familia del asesino –musulmán– de su hermana. Donde esperaba odio, se encuentra la comprensión y la misericordia. Tiranía frente a amor. Cómo un dios permite el diálogo entre iguales y predica con el perdón ante otro al que uno debe someterse, explica la directora, a la vez que comenta el paralelismo entre Akim y ella misma: «Este acontecimiento ha marcado mi vida y es por el que decidí convertirme en cristiana viviendo el bautismo cuando ya era adulta».
Con la trama sobre el tapete, el personaje de Safi se enfrenta a los miedos de cambiar de creencias y de convertirse en uno de esos «infieles» que tanto detesta su hermano. Dudas, flirteos –si es que este campo permite la palabra– con la Iglesia que van aumentando, enfrentamientos y muchos dilemas morales que se dan cita en torno a la apostasía, «un tabú en Francia y en el mundo», explica el actor.
Tan escondido está el tema que hasta el propio Fayçal Safi reconoce no habérselo cuestionado porque, simplemente, «nunca había conocido a un ex musulmán que se convirtiera». Y es que, como él mismo continúa, «el qué dirán es un flagelo en nuestras comunidades, pero ¿quiénes somos nosotros para ponernos en el lugar del Creador?».
Y con esto, la cinta se mete en un laberinto en el que, sin duda, se aprecia el lado del que está rodado, desde el de su directora y su fe cristiana. «Un católico nunca debe tener miedo a defender sus convicciones con fuerza, siempre que haya respeto hacia el otro». Un punto de vista que, a pesar de ir con pies de plomo, muestra la balanza de la tolerancia algo desequilibrada. «Algunos musulmanes sí criticaron el maniqueísmo de la película», cuenta Safi. Eso sí, sin dar nunca pie a pensar en los fanatismos que tan habituales se han hecho en los titulares de las noticias.
Asunto muy interesante a tratar, ya que «L’Apôtre» –título con el que se estrenó hace meses en Francia– se retiró de las salas tras los atentados de «Charlie Hebdo». Algo que no sentó nada bien a Carron: «Todo el equipo vivimos muy mal la prohibición. Soy católica y la mayoría de actores musulmanes, y juntos hemos asumido riesgos para sacar el filme adelante. Esperábamos que todo el mundo demostrase valentía y no ha sido el caso». Hecho que Fayçal Safi espera que no se reproduzca en España: «Con este gesto se demostró el sometimiento al miedo, que no se repita. Usad esta antorcha con la tolerancia, queridos amigos», predica el actor.
En un tema más o menos farragoso, y grabado con cierta subjetividad, «El apóstol» trata la actualidad francesa. Una realidad en la que los musulmanes no se sienten «bien vistos» –literal–, sino cohibidos y estigmatizados dentro de la sociedad gala. Como confirma Safi: «Fui a Londres y me sorprendió ver a mujeres con velo como directoras de banco, algo imposible en Francia».
Más cerca de Mahoma o de Jesús, de Alá o de Dios, lo importante dentro de las diferencias es el resumen metafórico que hace el protagonista de la cinta: «Hay distintos caminos en la montaña, pero la cumbre sigue siendo la misma».
Para un «Santo Anónimo»
«A los tres meses fui abandonada por mis padres y crecí en una familia de acogida muy modesta. Fue el amor absoluto de mi madre adoptiva que me mostró el camino a Dios». El mismo que le ha dado «una fuerza extraordinaria: el coraje de hablar de Él», resume Cheyenne Carron, que no oculta en ningún momento sus creencias. Ahora, con este largometraje se ha propuesto rendir homenaje a parte de su historia, pero sobre todo a la del sacerdote de su pueblo –un «santo anónimo», dice– y a su hermana Madeleine, triste protagonista que inspira la historia.