San Sebastián

El espíritu del John Lennon actor ilumina San Sebastián

Jorge Sanz, Javier Cámara, Natalia Molina, David Trueba y Francesc Colomer, ayer en San Sebastián
Jorge Sanz, Javier Cámara, Natalia Molina, David Trueba y Francesc Colomer, ayer en San Sebastiánlarazon

«Vivir es fácil con los ojos cerrados», una frase tomada literalmente de Lennon, es todo lo contrario a lo que sugiere la película de David Trueba. Muy poco es lo que parece en la cinta más arriesgada de toda la selección del Festival de San Sebastián, no por su radicalidad, sino por su mirada luminosa. Llevan mucho los programadores castigando a los acreditados con vidas atormentadas y protagonistas culpables. Por mucho que esté ambientada en 1966 y empiece con una comida a lo «Cuéntame», no es, en absoluto, una película nostálgica: «Tiene algo de atemporal. Hay una referencia muy clara a una época pero son tres personajes en una carretera que se alejan de la ciudad arropados por una luz y una música que les dan un aire de fuera del tiempo. Me da la sensación de que esto ha pasado muchas veces y está pasando en otros países», asegura emocionado su protagonista, Javier Cámara, tan ilusionado como tras «Hable con ella». Él presta su calva y su carisma a este profesor de 1966 que enseñaba inglés a sus alumnos con las canciones de los Beatles y no dudó en acercarse a Almería cuando supo que John Lennon estaba filmando allí para pedirle que no dejara la banda, y que, por favor, incluyeran la letra de las canciones en los discos para no tenerlas que sacar de oído. Ahí está otra experiencia inédita en el cine español: una mirada al franquismo tardío sin tratar de ajustar cuentas con la Historia, sino reivindicando a personas que, como ésta, a pesar de las circunstancias, enseñaban el camino a los demás para no rendirse y dejar atrás un complejo de inferioridad tan español.

Sin pudor ante la emoción

Tampoco es una película pequeña, como pudiera parecer, aunque las lecciones históricas y de vida que dictan y aprenden sus personajes estén transmitidas con pequeños detalles («es muy difícil ser sutil y transmitir lo trascendente desde la sencillez, que no la simpleza», apunta Cámara), y, sobre todo, «con una falta de pudor ante la emoción», como caracteriza a la filmografía del mediano de los Trueba (contando a Jonás). También aquí favorece el encuentro de un trío de diferentes generaciones: una futura madre soltera que huye del centro donde debía dar a luz para que no se enteraran las vecinas de su madre (Natalia Molina, debutante) y un adolescente (Francesc Colomer, Goya revelación por «Pan negro») que no quiere pasar por el aro de cortarse el pelo como le ordena su padre. Además del tino para estos actores, el protagonista destaca la facilidad de Trueba para sacar lo mejor de los no profesionales de la zona que interpretan pequeños papeles: «Creo que lo han aprendido de la televisión. Muchas veces les daba las líneas de texto un minuto antes de empezar a filmar para que conservaran toda la autenticidad». Lo que tiene claro el equipo es que el jurado tendría que ser aún más valiente para galardonar en tiempos de Haneke a una película tan esperanzadora.