«El insulto»: Lo personal es político
Ziad Doueiri. Z. Doueiri y Joëlle Touma. Adel Karam, Karem El Basha, Rita Hayek. Francia-Líbano-Bélgica-USA, 2017. 113 minutos. Drama.
Detrás de lo personal siempre duerme, agazapado, lo político. De lo que se deduce que, en un país como el Líbano, una discusión por una cañería puede derivar en un juicio sumario a dos comunidades religiosas enfrentadas por heridas antiguas que aún supuran, y que lo que había empezado como una disputa doméstica, una de tantas, acabará alcanzando la dimensión de trauma nacional. «El insulto» es más interesante cuando se limita a lo micro, o lo que es lo mismo, cuando lo que importan son las personas y no las tesis. Por un rato pensamos que Doueiri está ejerciendo de Asghar Farhadi libanés, y que el enfrentamiento entre estos dos hombres trabajadores se libra en el terreno de la dignidad moral, en el que todos, incluso los que se han declarado la guerra, tienen sus razones. Por desgracia, Doueiri sacrifica ese duelo de voluntades para llevarlo a los tribunales y convertirlo en culebrón. Desconfía de que el espectador pueda sacar sus conclusiones sobre la tensión entre cristianos y palestinos en un país que Israel ha utilizado como campo de tiro y trinchera infinita, y prefiere que un discurso que podría ser universal se transforme en una lista de agravios y rencores. Es entonces cuando «El insulto» revela su condición de película didáctica escrita a gritos y pintada a brochazos. Es difícil no captar el mensaje, que los dos actores protagonistas –sobre todo Kamel El Basha, que ganó premio en Venecia– comunican con eficacia.