«El inventor de juegos»: Bienvenidos al reino de Oz en Zyl
Director: J. Pablo Buscarini. Guión: J. P. B. y Pablo de Santis. Intérpretes: David Mazouz, T. Cavanagh, Joseph Fiennes. Argentina-Canadá-Italia, 2014. Duración: 111 min. Aventuras.
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Veamos, la película realizada por Buscarini comienza siendo la historia dickesiana típica de un huérfano que posee una habilidad asombrosa para inventar juegos de mesa y que acaba en un tenebroso colegio regido por estrictos y feos profesores, pero luego continúa, mediado el largometraje, en la pintoresca ciudad de Zyl, trasunto de un decadente reino de Oz, hasta donde llega el protagonista para encontrar a su abuelo y saber por qué la tragedia se ha cebado en estas vidas. Pero hay más: durante la tercera y última franja de la cinta descubriremos al malvado causante de todo, Morodian, el nuevo Willy Wonka (recuerden la comestible y deliciosa «Charlie y la fábrica de chocolate»), aunque con el rostro de Joseph Fiennes, menos carismático que el histriónico Depp aunque igualmente emperrado en defender un imperio que ha erigido a base de entretenimientos infantiles oscuros y tétricos. La película aguanta bien el pintoresco devenir de la historia, incluso resulta más atractiva cuando aterriza en ese tiránico mundo creado por Morodian donde los trabajadores tienen prohibido dormir; y, sin embargo, lo realmente conmovedor radica en recuperar esa nostálgica mesa de camilla donde, alguna vez, nos reunimos para echar una partida de parchís, por ejemplo. Entre los niños de hoy, y contra ello lucha este filme aunque sabiendo que quizá de manera inútil, les debe sonar a chino. Qué lástima.