«En "Caníbal"no hay violencia física, pero tampoco es Disney»
Entrevista a Manuel Martín Cuenca y Antonio de la Torre
Quizá por generar tanta expectación, la decepción entre parte de la Prensa ha sido mayor. Manuel Martín Cuenca nos coloca ante la sensación de identificarnos con un personaje que se alimenta de las mujeres que desea. Ha obligado a Antonio de la Torre a uno de los trabajos más contenidos de su carrera al meterse en la piel de un sastre que sabe guardar el secreto de que algunas mujeres extranjeras que han desaparecido en Granada han acabado en su estómago. Tras una buena acogida en Toronto y ser preseleccionada para representar a España en los Oscar, ahora esta propuesta se enfrenta al reto del público y de un jurado que, tradicionalmente, premia a los actores españoles.
-Como comparten protagonista, les preguntamos: ¿qué opinaría un espectador que acude a ver «La gran familia española» y se equivoca de sala y entra a ver «Caníbal»?
-Manuel Martín Cuenca: ¿qué opinarías de un tipo que un día se come una paella y al día siguiente una lubina al horno? Que es un buen gourmet. No se puede comer todos los días el mismo plato. Lo mismo pasa en el cine.
-Asegura que no quiere hacer una película costumbrista y la sitúa en Granada y en Semana Santa...
-M. M. C. : No es una cinta realista que trate de definir la hora a hora de Granada, sino que la usamos como un escenario para la representación que, debería trascender el espacio y el momento, y dentro de diez años nos siguiera hablando. Lo local es una cosa que trasciende a lo local, mira a Almodóvar.
-Pocas veces hemos visto a Antonio de la Torre tan contenido...
-M. M. C.: La representación no significa exteriorización o arquetipo, quiere decir verdad. Se trata de no exhibir; el melodrama es una representación a posteriori de lo que ocurre, pero no es verdad.
-Antonio de la Torre: En la vida normalmente tratamos de tapar lo emocional, los afectos y las necesidades.
-M. M.C. : Si la gente entiende lo que le pasa al personaje de Antonio es porque existe la emoción, aunque esté contenida.
-Una de las secuencias más atractivas es la degustación de carne en silencio que hace el protagonista. ¿Antonio, pensó en esos instantes a qué sabe la carne humana?
-A. T.: Nunca me lo pregunté. Pensaba en que estaban muy buenos los filetes que me estaba comiendo y que deseaba mucho seguir comiendo.
-También hay juegos continuos entre la elipsis y lo más o menos explícito...
-M. M. C.: Hay cosas contadas sin contar, no hay violencia física. Es como cuando ves a un leopardo en un documental, está esperando la pieza con tranquilidad. Lo más fácil para mí hubiera sido permitir que el espectador se acerque emocionalmente al personaje, pero le recordamos con secuencias lo que es.
-La idea desde el principio es mostrar al espectador que come mujeres, no ocultárselo...
-No puedes meterte en una historia así y tratar de que sea Disneylandia. Ante todo hay que ir con honestidad, luego el espectador juzgará si lo hacemos bien.
-No hay secuencias explícitas sobre los motivos de este personaje para alimentarse así, pero existen elementos religiosos rodeándole...
-M. M. C.: La religión responde a temas como el sacrificio, la sangre, el perdón, el amor al prójimo... todo eso en esta historia está, pero yo no quería enseñar al personaje tomando la comunión. Se trata de que esté presente porque existe en la sociedad.
-Antonio, ¿diría que el personaje mata por deseo o por necesidad?
-A. T. : En mis 45 años de vida no he conseguido distinguir cuándo deseo, cuándo necesito o cuándo amo...
-M. M.C.: Como ya nos enseñó Hitchcock, uno se identifica con el personaje que más conflictos tiene. Así deseamos que a personas terribles no les pille la Policía.