Lina Morgan, risa amarga
Vicetiple, bailarina, cómica y terremoto televisivo, la actriz tuvo además un enorme talento dramático que nunca pudo demostrar. No le hizo falta: se sintió querida y cómica en el terreno en que reinó. Coronada popularmente con «La tonta del bote», antes había hecho sombra a las vedettes más bellas
La gran actriz de comedia del cine y el teatro español nos deja a los 78 años. Éxitos para la gran pantalla como «La tonta del bote», sus noches sobre las tablas de La Latina y su entrañable presencia en televisión marcaron toda una época
Una pegadiza canción convirtió a la vedette cómica más popular de España en un mito de la comedia musical: «Gracias por venir». Un himno de la revista patria que se asocia con Lina Morgan como antaño «Los nardos» o «Pichi» a Celia Gámez. La contagiosa melodía del maestro García Segura se ha convertido en un lugar común que se utiliza, canturreada, para agradecer la invitación o la presencia de un amigo en una fiesta social, siempre acompañada de los primeros versos de su letra: «Agradecida y emocionada, solamente puedo decir: gracias por venir».
De nuevo «Gracias por venir» será un lugar común estos días en los titulares y obituarios de la Prensa para referirse a la genial caricato, bailarina, vedette y actriz Lina Morgan. La forma de rendir homenaje a una estrella que no quiso ir más allá de la meta que se había marcado –sin lugar a dudas altísima– en las variedades y en la revista musical y demostrar, más por prudencia que por miedo, la gran actriz dramática que llevaba dentro.
Tampoco lo necesitó. Fue la reina indiscutible en su género. No tuvo rival. Mereció el éxito de masas y el reconocimiento público de sus pares, sin distinción, porque el público sabía que Lina Morgan prefería divertir, entretener y complacer ante la imposibilidad de demostrar sus dotes como gran actriz dramática y caer en la impostura.
- De mujer barbuda
Sólo hay que verla en «Una pareja... distinta» (1974), junto a José Luis López Vázquez, dirigida por José María Forqué, para apreciar sus innegables dotes para la comedia dramática, en donde interpreta a una mujer barbuda que se enamora de un chico que actúa de travesti.
En algunas de su comedias cinematográficas puede apreciarse la prudencia de Lina Morgan a la hora de componer sus personajes. Poseía más registros dramáticos, y sobre todo cómicos, que muchos de los actores que se pavonean por los escenarios haciendo clásicos, pero lo demostraba sin salirse de los límites que ella misma se había marcado como tragicómica contenida. El personaje se redondeó con su interpretación de «La tonta del bote» (1970), basado en la obra teatral de Pilar Millán Astray y dirigida por un Juan de Orduña al final de su carrera.
Cualquiera puede ver esa contención, tanto dramática como cómica, en la Susana de «La tonta del bote», muy superior a la versión de Josita Hernán, más ingenua y anticuada. Lina Morgan modernizó el personaje y supo darle la vuelta a este tópico de la comedia de costumbres matritense, remozándolo, en la línea de las comedias del desarrollo y el destape español. Tonta, en apariencia, pero no boba. Tan lista como para fingir que era tonta. Aquí están, ya en esencia, las características con las que compondrá el personaje de Lina Morgan: gestualidad exagerada, cuerpo elástico, ojos desorbitados y una bondad y candor entrañables.
Este personaje estaba en la línea de «La chica del gato», de Carlos Arniches, interpretado en TVE. Pero no sería hasta «Soltera y madre en la vida» (1969), en la que Lina Morgan aún contenía sus desmesurados visajes, cuando logró el éxito cinematográfico y popular. La película la vieron 2.118.554 espectadores. Un éxito apreciable fue, sin duda, «Señora doctor» (1974), interpretando a la doctora Elvira Ruíz Marcos, el personaje que más la humanizó en el cine, muy por encima de los estereotipos de la anti-vicetiple o la fulana, nada despreciables, de «La graduada» (1971), en la que el genial Antonio Ozores exclamaba: «Esta señorita de la vida es cosa mía».
Lina Morgan fue una artista polifacética. En los inicios de su carrera comenzó actuado en revistas musicales y programas de televisión hasta imponer el personaje de la vicetiple cómica, refrendado por su más sonado éxito, «Vaya par de gemelas», en el Teatro La Latina, próximo a la casa donde nació, del que fue propietaria y empresaria, y «Hostal Royal Manzanares» en televisión. De familia modesta, estudió ballet clásico en la misma academia que lo hicieron Concha Velasco, Esperanza Roy y María Luisa Merlo. Debutó a los trece años como Angelines Segovia, formando parte de la compañía «Los chavalillos de España», en 1949. Allí coincidió con Caracolillo de España y Angelina Font y el actor y bailarín Manolo Zarzo, un galán juvenil con quien estuvo tonteando.
- De pueblo en pueblo
«Cuando tenía catorce años –cuenta Lina Morgan– yo lo que quería era ser artista y me enrolé con “Los chavalillos de España”, que era una compañía de niños que recorrían los pueblos actuando. Pero en aquella época todo era un plan modesto. Y es que a mí, el éxito, o eso que tengo ahora, lo que sea, me ha costado muchísimo. He tenido que dormir en muchas pensiones pobres, de ésas en las que te tenías que acostar con el abrigo y los calcetines por el frío que hacía, y me he pasado con mi maleta de cartón a los pies muchas horas esperando aquellos trenes que siempre iban con retraso». En estas primeras actuaciones destacó por su vis cómica y capacidad para el baile, hasta que dejó la compañía y entró como bailarina en una sala de fiestas de la Gran Vía madrileña y continuó como vicetiple bajita en la compañía de Matías Colsada en Barcelona con «La copla andaluza», cuya estrella era Rafael Farina.
El salto lo dio unos años después, cuando Adrián Ortega le dio la oportunidad de sustituir a Vicky Lagos en «Mujeres o diosas». Fue entonces cuando cambió su nombre artístico por el de Lina Morgan –Lina, por Lina Yegros, y Morgan por el pirata–, y como segunda vedette de revista comenzó a tener problemas con las vedettes explosivas, a las que dejaba en evidencia con su arrolladora vis cómica.
Formó pareja cómica con Quique Camoiras, pero el éxito inesperado le sobrevino cuando le encargaron interpretar el «Pichi» en una antología de «Las Leandras», que Lina Morgan reinterpretó como hizo en Broadway Fanny Brice con su famoso número musical de la novia embarazada. Su gran debut como Lina Morgan fue en el Teatro Albéniz de Madrid en 1957.
Siguió durante años como segunda vedette cómica hasta que la llamaron para sustituir a Gloria May en el papel de La Niña, que junto al de Petra, criada para todo, del tebeo de Escobar, consolidaron su fama de caricato en la revista de variedades. Se había especializando en papeles ingenuos de «colegiala» y cateta, y en de la niña del anuncio del detergente Ese, en los que destacaba por su comicidad y una innata capacidad para la parodia, con sus bizqueo, mojigangas y movimientos de piernas de goma. El personaje estaba ya cuajado a partir de los años 60.
En el cine debutó con «El pobre García» (1961) y «Vampiresas 1930» (1962), donde conoció a Antonio Ozores, con quien interpretó numerosas comedias dirigidas por su hermano Mariano Ozores. Y obtuvo su primer éxito televisivo en el programa de Ángel de Andrés «Cita con el humor», en 1963. Su triunfo total como estrella cómica en La Latina fue con «Dos maridos para mí», en 1965, junto a Juanito Navarro, con quien trabajaría nueve años. El resto es historia.
- Epítome de un estilo
En el caso de grandes estrellas como Lina Morgan, lo que distingue al gran cómico del actor es que su nombre se convierte en el epítome de un estilo único y reconocible, como la metonimia de sí mismo. Y en ese sentido Lina Morgan fue una humorista descomunal, condenada a repetir incansablemente su número cómico forjado en la revista y las variedades de posguerra, porque en España nunca hubo una tradición que diera a estos grandes actores del cine y la escena teatral la oportunidad de demostrar su enorme valía dramática.