Palabra de director
«Gaua»: un aquelarre en tierras vascas
El director Paul Urkijo ahonda con maestría en el folk vasco y las leyendas de brujas
Se repite durante la película «Gaua» el lema que reza: «No creas en las brujas, pero tampoco niegues que existen». Esto nos sitúa en un plano legendario, con un pie en la realidad histórica –aquellas mujeres heterodoxas que fueron perseguidas por la Inquisición– y otro en el puro cuento de terror. Desde esa ambigüedad y atracción de las leyendas que se perpetúan de una generación a otra construye su película Paul Urkijo, quien ya incursionó en este terreno pantanoso en sus anteriores cintas: «Errementari» (2017) e «Irati» (2022). «Al final es un cuento, es fantasía, y me gusta dejar un poco abierto ese final en el que nos preguntamos qué es lo que está pasando realmente. He intentado dejar puertas abiertas para que cada uno pueda entender lo que quiera según su bagaje cultural», dice al respecto el autor de «Gaua», que significa «noche» en castellano.
Personaje empoderado
«La tradición de la que yo hablo sobre la bruja como personaje empoderado es algo que ya nos viene dado: desde mediados del siglo XX está en nuestra cultura. He nacido en ese contexto y me apetecía mucho hacer una relectura de los aquelarres, que hoy en día sí sabemos que fueron una mentira que crearon los inquisidores para reprimir ciertos territorios por una cuestión de intereses geopolíticos», responde el director a la cuestión de si acaso poner la brujería en el lado bueno y al cristianismo, a los hombres o a lo español –por citar alguna de las abstracciones demoníacas habituales– en el malo no es reiterativo y maniqueo.
«Tampoco creo que la película trate de hablar mal de lo español o lo de lo tradicional o de la Iglesia incluso –continúa Paul Urkijo–. La Inquisición quemó curas también. Para mí la película habla más sobre un poder que oprime a un colectivo, en este caso minoritario».
Y añade que «yo, sobre todo, he querido a través de las leyendas dignificar a esas víctimas de la violencia que se generó en ese momento, pero de una manera poética y lo más bella posible. Hablar un poco de la otredad, de la gente no normativa que no encaja por una línea marcada por la sociedad; la luz señala un camino y muchas veces no siempre encajamos en él, a veces nos tenemos que torcer, adentrarnos en la oscuridad porque nos sentimos diferentes, y en la propia oscuridad nos podemos sentir incluso protegidos y descubrir que bajo la luz de la luna pues todos somos bellos». Y recomienda el director de «Gaua» ver la película en versión original, en euskera –con subtítulos en castellano, claro–: «Las leyendas a las que se hace homenaje en la película nos han llegado a través de la traducción oral en el euskera –muchas recopiladas por el cura antropólogo José Miguel de Barandiarán–, y la sonoridad y la poética del euskera está vinculada a los propios cuentos: de hecho, si te fijas, hay un montón de frases que riman que al traducirlas se pierden. En ese sentido enriquece mucho la película».
¿Y qué hay de los notables efectos especiales? «No es una superproducción. Tenemos que hacer mucho I+D para poder ver cómo podemos llevar esos monstruos y criaturas a la pantalla», confiesa.