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Los Javis, Almodóvar y la vieja del visillo

En «Almodóvar x Los Javis», estos últimos se coronan como sucesores del estilo de Pedro y además saben posar en las fotos

Los Javis setían la necesidad de homenajear «al más grande de nuestros directores». Resulta que el merecido tributo se ha convertido en tres episodios de casi una hora cada uno (que hoy se estrenan en Movistar) en los que ellos brillan casi más que el supuesto protagonista, incapaces estos chicos de estar en segundo plano. Pensaron en hacer veintiún capítulos, uno por cada película, menos mal que el manchego les quitó la idea de la cabeza porque si tres ya resulta empalagoso, veintiuno hubiera sido algo parecido a la tortura, tal vez castigada en el código penal.

Es inmoral someter a un señor de la edad de Almodóvar a esas sesiones de peloteo en los que al final aparece como la vieja del visillo relatando sus batallitas de cuando resultaba sensato (ques es la época loca) sin que nadie se adentre en sus influencias (Douglas Sirk, por ejemplo) y en quiénes han influido, sino en lo que ha aportado al «mariconeo» y a la relación con sus madres y abuelas. Faltaba una mantita por las piernas.

Los que gusten de la obra de Almodóvar revisarán algunas escenas célebres y otras que no lo son tanto (el inicio de «Matador» con una masturbación ante la escena de un asesinato que tanto gustó a Tarantino) que les hará llevadero el camino de esta tesis superficial y petarda. Los cameos interpretativos, de Penélope Cruz a Carmen Machi, y musicales, de Nathy Peluso a Antonio Banderas, interpretanto la canción de Bola de Nieve que pone el final de «La ley del deseo», son como apariciones estelares de un especial de Navidad por lo entrañables y tan fuera de lugar, grabadas en una estación que no corresponde con el tiempo que vivimos.

En «Almodóvar x Los Javis», estos últimos se coronan como sucesores del estilo de Pedro y además saben posar en las fotos. Estuvo bien saber que Almodóvar pensó en rodar un «Blade Runner» con sus actrices haciendo de electrodomésticos, que no dará permiso nunca para que se escriba su biografía, y que hubo unos años en los que el director era una vela encendida entre una mediocre jauría. Todo fue. Ya no. De ahí que lo más auténtico de esta serie documental no sea el estilismo de los Javis (Balenciaga, etc) sino la bata de boatiné. Ese era el camino del que los tres se desviaron.