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"La profecía de Chucky": un muñeco asesino en la era de los robots

Lars Klevberg dirige este «remake» de «Muñeco diabólico» con sensibles variantes del original ochentero, como por ejemplo el detonante tecnológico de los instintos asesinos del juguete, a quien presta su voz en el filme original Mark Hamill, el mítico Luke Skywalker.
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Lars Klevberg dirige este «remake» de «Muñeco diabólico» con sensibles variantes del original ochentero, como por ejemplo el detonante tecnológico de los instintos asesinos del juguete, a quien presta su voz en el filme original Mark Hamill, el mítico Luke Skywalker.
Los muñecos tienen vida propia. Lo sabemos, al menos, desde «El cascanueces» de Hoffmann y Chaikovski hasta los Woody, Buzz y compañía de ese «Toy Story» que sigue liderando la taquilla mundial. En general, la tradición ha visto a los juguetes como aliados del niño en su camino de la fantasía desatada a la maduración o, en otras ocasiones, seres que cobran vida autónoma al amparo de la noche, cuando los humanos de la casa no están para descubrirlos en acción.
Pero en los 80, el cine especialmente nos reveló una amarga verdad: tus juguetes no tienen por qué estar del todo de tu lado. Dos son los ejemplos más populares: el primero, los «Gremlins» (Joe Dante, 1984), peluches inocentes que, al contacto con el agua, son capaces de las mayores fechorías; el segundo, Chucky, el protagonista de «Muñeco diabólico» (1988), creado por el guionista Joe Mancini, un juguete con aspecto de niño, coloretes, peto y pelo naranja que demuestra ser todo un sádico homicida.
La cinta dirigida por Tom Holland abrió una nueva vía al género «slasher» y sumó seis secuelas –así conocimos también a «La novia de Chucky»–, convirtiéndose en uno de los muñecos más famosos del séptimo arte. No pasan cinco años sin su Chucky en pantalla y ahora le toca el turno a este «remake» del original del mismo nombre en el que se han trastocado y actualizado temas y tramas, manteniendo por supuesto lo fundamental: esa criatura malévola pegada a un cuchillo de cocina. No obstante, sí hay un cambio fundamental en las motivaciones de Chucky y que es el detonante de la espiral violenta (con mucho gore) que se desata en el seno de la familia, madre soltera e hijo, a la que llega este muñeco: mientras que en el original el alma de un asesino poseía al juguete, en este caso es una reprogramación del sistema operativo de este Chucky ahora tecnológico en consonancia con los tiempos lo que provocará el caos.
El noruego Lars Klevberg considera que la fusión entre ese toque nostálgico que remite a los 80 y las nuevas tecnologías (sus aplicaciones y sus peligros) es lo que dota de caracter a esta versión. «Era muy importante para mí que la historia tuviera una conexión humana auténtica y un aspecto emocional que resonara con el público, pero la forma en la que piensa Chucky y cómo se convierte en el que conocemos es muy interesante».
El origen del mal
Aubrey Plaza, que interpreta a la madre, precisamente cajera de la tienda de juguetes en las que Buddi (el nombre comercial de Chucky) es el objeto estrella, se confiesa harta de la tecnología: «A nivel personal estoy bastante disgustada. Somos totalmente adictos a estos aparatos y no somos conscientes de los efectos que pueden llegar a tener en nosotros a largo plazo, creo que con el tiempo miraremos hacia atrás y nos daremos cuenta de que se nos ha ido de las manos». Mark Hamill, el célebre Luke Skywalker de «La guerra de las galaxias», asegura, por su parte, que este giro hacia lo tecnológico y la reflexión sobre su impacto en el ámbito familiar y el modo en que nos relacionamos con este fenómeno fue determinante para que accediera a ponerle voz al muñeco diabólico: «Klevberg tenía perfectamente planeado en su cabeza cómo se iba a desarrollar el filme y cuando leía el guión supe que había un elemento crucial que lo diferenciaba totalmente de la primera película, lo cual me atrajo bastante. Chucky tiene un origen diferente en este filme. No es el alma de un asesino en serie, sino alguien que deliberadamente altera su sistema operativo y desconecta sus medidas de seguridad».
Así, Chucky pierde todo filtro. Interpreta a su manera lo que le dice su joven dueño, un niño solitario, harto de la nueva pareja de su madre e incapaz de hacer amigos en el vecindario, que confiará sus tribulaciones a este juguete. Chucky aparentemente no atiende, pero internamente toma nota. Sin querer, los deseos más oscuros de su amigo serán órdenes para él.
Hamill no es un novato en esto de poner voces. De hecho, gran parte de su currículum se ha basado en el doblaje, como es el caso de la versión animada de «The Joker», así como a varios otros personajes del universo DC. Eso sí, a pesar de su experiencia, el actor confiesa su nerviosismo por el hecho de sustituir a Brad Dourif, la voz original de Chucky y de todas sus secuelas. «Cuando finalmente decidí aceptar el papel, me sentí un tanto inseguro, algo que no había experimentado desde que le puse la voz a “The Joker”. Siempre me extrañó que me eligieran para ese personaje, porque yo venía de interpretar a un personaje que era un dechado de perfección como Luke Skywalker». Tanto o más malo que Joker es este Chucky cuyo resultado vocal le genera expectación: «Estoy un poco ansioso por saber qué va a pensar la gente sobre la nueva voz», asegura.
Humor negro
Como es habitual en esta saga y como por otra parte sucede con los productos de género surgidos de los 80, «Muñeco diabólico» pone un pie en el terror y otro en el humor. Una risa ácida, negra, que hace que el miedo se funda con una sonrisa y que pronto ésta se borre ante lo que tenemos en frente. Además, varias escenas gore delatan el aliento de género de este «slasher» en el que corre la sangre especialmente en su tramo final. «Muñeco diabólico» calienta un verano repleto de juguetes, buenos y malos. A los ya mencionados «Toy Story» y a Chucky le seguirán el día 12 otra muñeca siniestra. Se trata de «Annabelle vuelve a casa», tercera entrega del «spin-off» de la saga «Expediente Warren». De hecho, la coincidencia en el tiempo –más acusada aún en Estados Unidos, donde ya están estrenadas las tres cintas– ha hecho que el equipo de marketing de «Muñeco diabólico» eche el resto, con mucho humor, en las redes sociales.
Así, presentaron sendos posters especiales en los que Chucky amenazaba e incluso decapitaba a sus oponentes en la taquilla. Por ahora, «Toy Story» se está llevando el gato al agua, y con holgadísima diferencia, en el «box» estadounidense, donde suma 118 millones de dólares frente a los 14 en la primera semana de ambos. «Annabelle» se estrenó ayer en los cines de aquel país, y con los juguetes de Pixar intratables, tendrá que vérselas con Chucky. En España el enfrentamiento tendrá que esperar unos días. Pero recuerden: que parezcan cándidos no significa que lo sea.

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