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"Lo nunca visto": intentando ser como tú

"Lo nunca visto": intentando ser como tú
"Lo nunca visto": intentando ser como túlarazon

Hablar sobre los prejuicios pero sin prejuicios desde una aldea navarra perdida en la montaña a través de la figura de Carmen Machi. O lo que es lo mismo, Teresa. Eso es lo que pretende «Lo nunca visto», el nuevo proyecto cinematográfico de Marina Seresesky, quien, después de bucear en los infiernos heredados de una prostituta con «La puerta abierta», se introduce ahora en el reciente fenómeno de la despoblación rural y el auge asfixiante de la xenofobia para poner de relieve la importancia de entenderse a través del otro. «Hace relativamente poco leí un estudio que se hizo sobre la posibilidad de poblar todos estos lugares semi vacíos con inmigrantes o refugiados y las conclusiones determinaban que ni los habitantes de los pueblos ni los propios inmigrantes querían verse en esa situación», indica la cineasta acerca de las pinceladas que le inspiraron a la hora de establecer el esqueleto de la cinta, y añade: «Este desentendimiento me pareció algo muy duro. Hay una solución pero no hay un encuentro». En mitad de un desánimo generalizado que asola la localidad de Fuentejuela de Arriba, la aparatosa y rocambolesca aparición de un grupo de inmigrantes africanos surgidos del silencio de la nieve revoluciona la costumbre, la vida y las cabezas de unos habitantes alérgicos a lo diferente.

Humor tramposo

El Valle del Roncal se erige como escenario natural de esta comedia exenta de miedos infundados que además de la candidez de Teresa (Carmen Machi) se sirve del humor de Pepón Nieto o Jon Kortajarena para arropar un mensaje social con dosis considerables de crítica tal y como asegura su directora: «Vivir con este miedo al otro nos hace esclavos y creo que ya va siendo hora de superar eso. Hay que mirar más a las personas y tener un pensamiento colectivo como sociedad, no solamente personal. Hace falta pensar en abierto». Basándose en esos principios, Seresesky vertebra una historia integradora a través del humor, el sarcasmo y algún que otro giro inesperado de guión para mostrar inicialmente la cara más realista del racismo y terminar señalando la parte más empática de la tolerancia, ya que tal y como dice la argentina: «El humor sirve para provocar una carcajada pero también actúa como espejo y señalar todos nuestros defectos».