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«Lou Andreas-Salomé»: Una mujer dice no

«Lou Andreas-Salomé»: Una mujer dice no
«Lou Andreas-Salomé»: Una mujer dice nolarazon

Cordula Kablitz-Post. C. Kablitz-Post y Susanne Hertel. Nicole Heesters, Alexander Scheer. Alemania-Austria- Italia-Suiza, 2016. 113 min. «Biopic».

Marx, Trotsky, Freud (porque el psicoanálisis se considera «una ciencia judía»)... Todos a la hoguera, todos los libros que no hayan sido escritos por germanos acabarán en el infierno de las llamas, en el olvido. Alemania, 1933, el terror ya planea sobre Europa. Mientras tanto, en una casa alejada de todo, la escritora y filósofa rusa Lou Andreas-Salomé, cuidada muy de cerca por una celosa joven, decide dictarle sus memorias a un hombre en aprietos económicos y emocionales que, como tantos otros a lo largo de su existencia, termina enamorado de la anciana. Una mujer a la que también desearon Nietzsche y Rilke, que intentó no crear nunca ningún vínculo sentimental con un hombre, ni siquiera en la cama, pero la carne, hasta la de una intelectual como ella, es débil, y sumamente adictiva. Traspasada por numerosos «flash-backs» con la idea de conocer a Lou Andreas durante la infancia, la fecunda etapa de madurez y el momento actual (para lo que la debutante Cordula Kablitz-Post se apaña con unas postales de la época como en 3 D, seguro que no iría muy sobrada de presupuesto), la protagonista rememora los fabulosos episodios de una vida jalonada de viajes, de lecturas y escrituras, de conversaciones interminables siempre con pensadores masculinos (de hecho, tuvo que estudiar en la Universidad de Zúrich porque era la única que admitía a mujeres), pero, también, de deseo, de relaciones imposibles para esta narcisista, le espeta Freud, con quien también colaboró. Aunque a Lou no le importa, y defiende un concepto de narcisismo positivo que ha llegado hasta nuestros días. Igual que le sucedió a Rilke, la relación con su madre siempre fue tensa porque desde niña defendió su independencia de manera contumaz; una adelantada a esos tiempos en que más allá del matrimonio para nosotras no había apenas nada y que se rebeló incluso hasta contra las ataduras del corazón. Un espíritu inteligente y libre que en este deslucido «biopic» parece que rodado a las buenas de Dios no parece, sin embargo, mostrar todos sus rostros, complejidades y aristas. La delicada e insobornable Andreas-Salomé moría a los 75 años con el temor de que el III Reich durase un milenio y de que el mundo conociera la faceta íntima de aquella dama que entregó cuerpo y alma al conocimiento. Y conocer es sufrir y dudar en demasiadas ocasiones.