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Nolan, otra odisea en el espacio

La humanidad ha arruinado su planeta y el tiempo se acaba. En «Interstellar», Nolan plantea un viaje contra reloj a través de una tormenta científica y se atreve a especular con planetas en otras galaxias y naves espaciales que atraviesan agujeros negros
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En «Interstellar», Nolan plantea un viaje contra reloj a través de una tormenta científica y se atreve a especular con planetas en otras galaxias y naves espaciales que atraviesan agujeros negros
La frase no la pronuncia un humano, sino un robot, y es de esas que te detienen el corazón: «Los seres humanos sólo saben avanzar cuando dejan algo detrás». Aplíquese la sentencia al trabajo, la vida sentimental, las amistades, o... al planeta en el que residimos. Saben que es verdad. Entonces ya nos podemos imaginar qué haremos los seres humanos cuando la Tierra colapse, las especies vegetales se hayan vuelto estériles y el polvo en suspensión que erosiona la superficie ocupe como un enjambre de abejas nuestro aire. Salir zumbando a otro lugar. Ésa es la tesis de la que parte «Interstellar», película que dirige Christopher Nolan y que, como toda buena historia de ciencia ficción, enseña primero la naturaleza humana y luego especula sobre qué será de nosotros. «La historia es optimista en el sentido de que reafirma las capacidades del ser humano para resolver sus problemas, aunque, evidentemente, el argumento tomado en su literalidad no transmite un mensaje optimista», cuenta el director sobre el planteamiento: un planeta Tierra que no nos aguanta más y que ha reducido la población humana de más de 6.000 a 500 millones de habitantes y que no necesita científicos, sino granjeros.
Alienígenas, hibernación, relatividad
«Éste es un planeta maravilloso, pero nos está diciendo que nos larguemos una temporada», dice el protagonista de la historia, interpretado por Mathew McConaughey, en un diálogo con su padre, que se lamenta por el tiempo en el que todos los humanos sobre el planeta «querían tener una casa, un coche y un teléfono». Para el realizador, el filme, «en realidad, trata del lugar del ser humano en el universo. ¿Podemos existir fuera de esta Tierra? ¿Convertirnos en alienígenas? Dramáticamente, pienso que tendremos que lidiar con esas preguntas por necesidad, pero sería mucho mejor que pudiéramos descubrir las respuestas en una situación de elección». Para saber de nuestras posibilidades reales ahí fuera, Christoper y su hermano Jonathan convocaron a su asistente científico de confianza, Kip Thorne, experto en teorías físicas sobre agujeros negros y la astrofísica. «Las teorías a las que ha llegado la física con sus avances son sin duda mucho más fascinantes que cualquier historia que se me hubiera podido ocurrir como guionista», señalaba Nolan en un encuentro con la prensa europea en Londres. En este futuro hipotético, la NASA se ha convertido en una agencia secreta, para evitar las quejas de los humanos supervivientes por malgastar recursos cuando apenas hay qué llevarse a la boca. Para eso, y para que no cunda el pánico si trasciende que su última misión (tanto si sale bien como mal) es la de buscar otro hogar. «Uno de mis primeros recuerdos es ir a Leicester Square a ver ‘‘2001, una odisea en el espacio’’, de Kubrik. Y recuerdo perfectamente el impacto de las películas de Spielberg sobre alienígenas. Pero cuando lo ves en la pantalla no eres consciente de que la exploración espacial es, probablemente, la mayor empresa conjunta que ha llevado a cabo la humanidad. Me hace pensar que es nuestro mayor esfuerzo y triunfo colectivo», comentaba apenas días después de que un cohete americano no tripulado se hiciera trizas en el despegue cuando llevaba material a la Estación Espacial Internacional. «Es conveniente que nos recuerden todos los días el riesgo que corren los astronautas y la valentía que hay que tener para exponerse a ese viaje», señalaba el director. Y es que, puestos a buscar un nuevo hogar, Nolan complica la situación y se atreve a representar un agujero negro y a imaginar qué existe al otro lado. «Bueno, todos lo hemos atravesado gracias a la película. Y ya sabemos qué hay: efectos especiales», comentaba un irónico Michael Caine en su sexta participación al lado de Nolan. En esta empresa, los hombres no están solos: unos androides muy poco estilizados pero equipados hasta con sentido del humor ayudan a los mortales, e incluso se sugiere que una especie de otro planeta acude en nuestro rescate. «Es extremadamente posible que haya vida en otra parte del universo. Es prácticamente seguro desde un punto de vista estadístico. Dado el número de cuerpos celestiales, es muy difícil que no haya vida, aunque esta afirmación no pasa de una especulación interesante. Aunque lo que me interesaba de ello es la idea de la escala, de la perspectiva, de lo que sabemos y de lo que no. Y de lo que supone ir más allá de lo conocido», afirmaba Nolan. De la historia principal emanan hilos científicos, como el paso del tiempo en planetas con diferente gravedad, la relatividad, la hibernación de los viajeros o la colonización de otros sistemas, son preguntas que se lanzan a lo largo del metraje. «Cuando llegué al set de rodaje, Kip Thorne me había resuelto algunas dudas previas sobre las teorías del argumento. Me presenté con mi barba crecida de científico, y entré en mi despacho. Entonces vi un problema algebraico de seis metros de largo por cuatro de alto, y pregunté cuántos problemas había ahí. ‘‘Uno’’, dijo Thorne. Le pregunté si sabía qué significaba. ‘‘Lo escribí yo, pero no te puedo explicar lo que significa, es demasiado complicado’’. En ese momento, dejé de hacerme el listillo», comentaba Caine.
Emociones en bruto
El actor del momento es, sin duda, McConaughey, después de sus papeles en la serie «True Detective» y la película «Dallas Buyers Club». «Bueno, ésa era una película independiente y se trabajaba con emociones en bruto, muy crudas, porque no había tiempo ni dinero para hacerla de otra manera. Aquí sí que lo teníamos. Y lo más difícil era conseguir abstraerse de un enorme equipo que ha viajado a Islandia a grabar. Pero hubo momentos de enorme pureza gracias a que Nolan está por encima de todo». El director británico hizo plantar un campo de 500 acres de maíz y una carretera para rodar la historia. «Siempre me ha preocupado de los proyectos de gran presupuesto que se cambien los sentimientos por efectos especiales. Pero con él no pasa eso, no hay falsedades. El polvo, el maíz, todo es real. No hay pantallas verdes sobre las que se agregan los fondos. Están ahí. Y a pesar de la historia, nunca pierde el hilo emocional», señalaba Jessica Chastain, otro de los grandes valores del reparto de «Interstellar». En la trama, la ciencia y la poesía se llegan a tocar. El amor es una fuerza más tangible que la gravedad y más fuerte que el tiempo transcurrido, aunque no sea el mismo para todos, incluso para convertirse en la llave para la salvación de la humanidad. ¿Qué futuro nos espera? ¿Será tan malo como plantea Nolan? Michael Caine responde: «Tengo 81 años. Yo soy muy optimista».