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“Paradise Hills”: una artificial ensoñación feminista

Alice Waddington debuta con una película estética y sorprendente que bebe de referencias culturales de los ochenta como Grace Jones o videojuegos como “Final fantasy”

Emma Roberts y Eiza González protagonizan una historia de amor en "Paradise Hills"
Emma Roberts y Eiza González protagonizan una historia de amor en "Paradise Hills"larazon

Ese futuro orgiástico que año tras año se nos escapa de las manos y en el que somos capaces de correr más rápido que vaticinaba Fitzgerald en “El gran Gatsby”, adquiere un matiz mucho más sombrío pero cuidadosamente estético y preciosista en el debut de Alice Waddington, la bilbaína de la que todo el mundo habla y que está consiguiendo hacerse un hueco dentro del género fantástico. Tras dos años de trabajo y con un multipremiado y elogiado cortometraje a sus espaldas (“Disco Inferno”), esta joven cineasta profundiza con “Paradise Hills”–que después de su paso por Sundance ha aterrizado en las butacas de Sitges entre aplausos y masivas afluencias–, en el concepto encorsetado de perfección que sigue utilizándose como exigencia natural para ellas y como elemento opcional para ellos.

La cinta, protagonizada por Emma Roberts y Mila Jovovich, presenta un universo distópico cuya aparente tranquilidad inicial y pulcritud moral recuerda vagamente a esa "Mujeres perfectas"dirigida por el británico Frank Oz en la que Nicole Kidman tiene que batallar con un presentimiento que le indica de forma certera la mentira que se esconde tras esa perturbadora blancura en forma y fondo.

La aparición repentina de Uma (Roberts) en ese idílico enclave sustentado en una isla en mitad del mar que actúa como clínica de lujo de tratamiento correctivo para mujeres, inicia el relato de una historia plagada de guiños reivindicativos (búsqueda de la identidad sexual, feminismo, marginación, sumisión, conservadurismo) y recreaciones cuidadosas que, en palabras de la propia cineasta, beben de múltiples influencias: "Desde películas kitch de terror de los años 60 y 70 como "El abominable Doctor Five", hasta series y películas también de la época como "La fuga de Logan"o "El prisionero", pasando por cintas tipo "Las hijas del pueblo"", indica.

A estos referentes, se añade además el estimulante ambiente familiar que ha rodeado a la directora desde pequeña: "Mi padre tenía un cine club que en los años 70 traía películas prohibidas británicas y mi madre es muy fan de la ciencia ficción. Ella fue la primera que me puso "Metrópolis"o "Blade Runner". Tener la oportunidad de ver "La naranja mecánica"con tus padres cuando eras pequeña o una película de Lars Von Trier en realidad es algo mágico y capaz de crear un lazo emocional con el cine".

Ni princesas, ni rescates

No resulta difícil identificar en el filme todas esas referencias que menciona la cineasta (de una sutileza y belleza sorprendentes) sin dejar de pensar que, tanto la trama como la construcción de la personalidad de las protagonistas, pueden responder a un ejercicio de complicidad oportunista con todos aquellos proyectos que están apostando en los últimos años por una evidente significación de la mujer dentro del cine de género por razones que se atienen más a la "moda"del feminismo, que a la materialización concreta de los principios que cada uno pueda tener.

Irene (nombre auténtico al que responde la directora) sin embargo, parece contradecir esta reflexión: "Hemos pasado una parte tan grande de nuestras vidas viendo esas narrativas protagonizadas por hombres... En el cine de género, que es digamos mi campo, siempre hemos tenido referencias cuyos protagonistas eran masculinos y ahora estamos en un momento de sobrecompensación", señala.

El ejemplo, continúa Waddington, es claro: "Imagínate que eres hombre y que has crecido en un mundo en el que en todas las películas de terror de los años 60, 70, 80 que consideras referentes inamovibles, todos los personajes protagonistas son femeninos, hay un único protagonista masculino que tiene entre 20 y 25 años como máximo y se pasa toda la película en biquini, tiene dos frases y todo lo que hace es correr y ser rescatado.¿Cómo te sentirías como hombre, habiendo crecido con esas referencias y desde esa perspectiva? Pues apartado y marginado. Percibirías que tienes mucho más que aportar en esas historias. Y eso es lo que está pasando. Más que una moda, es hambre. Ahora mismo hay un hambre por esas historias que acaba de empezar y por estar viviéndolo de forma contemporánea llama nuestra atención. Las mujeres y los hombres podemos protagonizar películas mano a mano, de igual a igual y en eso consiste precisamente el feminismo".

Con independencia de que la fuerza interpretativa adquirida por Emma Robberts sea cuestión de hambre, moda, correspondencia histórica, necesidad o justicia poética, en “Paradise Hills”, Waddington mezcla la excentricidad de los colores y los escenarios inspirados en videoclips como “Final fantasy” con la espectacularidad de vestuarios que beben de diseñadores contemporáneos como Iris Van Herpen, el difunto Alexander Mcqueen o icónicas figuras ochenteras como Grace Jones para plantear un interesante juego de redefinición del clásico cuento de princesas, dedicado a todas esas mujeres que ya no quieren serlo.