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Cataluña

Pere Portabella vuelve a hacer la calle

“Informe general II. El nuevo rapto de Europa”
“Informe general II. El nuevo rapto de Europa”larazon

En 1976, en pleno parto de la democracia en España, el cineasta Pere Portabella grabó “Informe general sobre unas cuestiones de interés para una proyección pública” para el que se apoyó en las amistades que había cultivado durante su etapa antifranquista y como parte activa del proceso de transición. El largometraje mostraba a los líderes de las fuerzas políticas que debían impulsar el cambio de régimen en el país, desde Gil Robles hasta Carrillo. En palabras del director, la intención era “dar luz a todos mis compañeros, sólo haciendo una pregunta: “¿Cómo se pasa de una dictadura a un estado democrático?””. Cuarenta años después se ha producido un nuevo cambio en la vida política española debido a que pone en cuestión, precisamente, el régimen surgido de la Constitución de 1978. Según Portabella el cambio de paradigma se debe a que “el ciudadano se ha convertido en un sujeto polítco”, un fenómeno que se empieza a dar en 2010: “Es fundamental lo que pasó hace cinco años en Cataluña cuando se producen las reformas en el estatuto, y también las mareas monumentales a partir del 2011 con el 15-M”, asegura el cineasta, quien ha plasmado sus inquietudes sobre la nueva situación en una película que sirve de secuela a la que rodó en la Transición, “Informe general II. El nuevo rapto de Europa”.

La cinta empieza con un debate sobre el rol de las instituciones en la sociedad y cómo han evolucionado desde su nacimiento, una discusión que se lleva a cabo entre las cuatro paredes del Museo Reina Sofía, donde fue presentada por el propio Portabella y el director del centro, Manuel Borja-Villel, que afirmó que “los elementos comunes de ambos informes es que la España del 76 estaba bastante politizada y la de hoy en día se encuentra en una circunstancia similar”. Al abandonar el Reina Sofía, la película llega a la calle, a las manifestaciones tan frecuentes y contundentes que se han convocado en los últimos años y que Portabella definió como “performance millonarias”. Para el cineasta estos movimientos ciudadanos callejeros han tenido su expresión política en Podemos, un partido que “sigue pegado a las plazas y está muy ligado a las asambleas que son las que les han puesto donde están”.

Los que no tienen expresión en la política son los científicos. “Nunca forman parte de las listas para las elecciones”, dice el director. A ellos se les ve preocupados por la mala salud del planeta provocada por “la orgía capitalista que nos lleva al colapso”. Vemos caer los polos, hablamos de efecto invernadero, pero no creemos en la destrucción del mundo como un hecho real, desde el punto de vista del cineasta, porque “el cambio climático está cubierto por intereses”, concretamente son los poderes financieros con negocios en recursos naturales como el agua, el petróleo o el gas, los que lo esconden.

La situación catalana no se puede obviar dentro de las complejas circunstancias que atraviesa España, y menos para un hombre como Portabella, tan implicado desde su juventud en la actualidad de Cataluña. La victoria del recurso de inconstitucionalidad presentado en 2010 por el Partido Popular al texto del estatuto aprobado en 2006 produjo la explosión del movimiento independentista que ya estaba germinando y que, para Portabella, “ha crecido una barbaridad”, y añadió que, en cierto sentido es una reacción a “un Gobierno que ha disminuido las competencias de las Comunidades Autónomas”. Esto se muestra en el largometraje a partir de las imágenes de las “diadas” y de las manifestaciones con motivo de la reivindicación de la identidad catalana, así como a través de una conversación de la Presidenta de la Asamblea Nacional catalana, Carmen Forcadell, con su gabinete.

En cualquier caso, Portabella no intenta realizar una película que incluya sus opiniones, sino un “recorrido crítico”, ha dicho. Y es que la palabra no la tiene él, sino los expertos en los temas que se tratan y que “escuchan más que hablan” para no atiborrar al espectador de cuestiones pues, ya de por sí, “todos tenemos muchas más preguntas que respuestas”, concluye el cineasta.