¿Quién tira los dados?
En «El inventor de juegos», el joven Ivan Drago tendrá que salvar a su familia de un malvado empresario del ocio encarnado por Joseph Fiennes
En «El inventor de juegos», el joven Ivan Drago tendrá que salvar a su familia de un malvado empresario del ocio encarnado por Joseph Fiennes
La vida es juego. La pregunta es si somos dueños absolutos del tablero o si es otro quien nos determina como si de fichas de ajedrez se tratase. «Dios mueve al jugador, y éste la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?», se preguntaba Jorge Luis Borges. Y esa es, en parte, la médula de la película del también argentino Juan Pablo Buscarini. Con este planteamiento casi ontológico podría pensarse que «El inventor de juegos» es una sesuda cinta sobre las motivaciones últimas del ser. En realidad, Buscarini filma una aventura adolescente que, de alguna manera, entronca con la ingenuidad y el romanticismo de «Charlie y la fábrica de chocolate» (Tim Burton, 2005) o «La invención de Hugo» (Martin Scorsese, 2012).
Pero a pesar de que su «target» mayoritario estaría comprendido entre los 10 y 14 años, «El inventor de juegos» no renuncia a bucear, sobre un fondo imaginativo, en temas que atañen a todas las edades, como la pérdida, la potencia de nuestra determinación y el deseo de manejar nuestro destino con las propias manos. Es lo que intentará Ivan Drago (David Mazouz), un niño que es corolario de una saga de inventores de juego amenazada por el malvado Morodian, que trata de destruir a su familia «jugando» con la vida del propio Ivan como si se tratase del Jim Carrey de «El show de Truman» (Peter Weir, 1998).
w extrictamente familiar
Sostiene Buscarini que «pocas películas, si uno es exigente, cuadran en el concepto de cine familiar, y ésta es una. Es cierto que está pensada para preadolescentes, con todo ese mundo romántico, pero la sofisticación de la trama, que viene del libro de Pablo de Santis, hace que la audiencia no pueda estar desprevenida porque es como un ‘‘thriller’’. Al final, se trata de explicar que confiando en el talento y en la capacidad que tiene cada uno, siempre distintivo en su área, uno puede lograr los objetivos y convertirse en maestro. Ivan tiene gran talento intelectual, no deportivo, y a partir de él logra recorrer una trama e imponerse al adversario. El destino está en manos de cada uno y la vida es como un tablero que te ofrece disyuntivas, ir para aca o para allá... Lo importante es creer en tus valores».
El director considera que la fantasía pura y dura le ha ganado a la imaginación en el cine actual para jóvenes. La distinción entre ambas (fantasía e imaginación) es importante para Buscarini: «Está no es una película con superpoderes y un mundo mágico. Todo es posible aquí, aunque rodeado con ese halo de imaginación y romanticismo. A mí me interesan los mundos creativos e imaginarios, aunque no cruzar la frontera del todo vale. Los personajes son llamativos, pero posibles, no monstruos. No quiero romper la barrera de la identificacion, por ello he sacado mi película de esa camada de fantasía con efectos visuales». Buscarini presenta con «El inventor de juegos» su tercera cinta, rodada íntegramente en 3D en Argentina y en coproducción con Canadá e Italia.
Sin el niño no hay película
«De las 55 jornadas de rodaje, el niño estaba en 54», explica Buscarini, de ahí que la elección de David Mazouz como Ivan fuese crucial. «Si fallaba él, fallaba toda la película». Por suerte, Mazouz estuvo a la altura, al igual que Joseph Fiennes (en la imagen) en un papel extravagante. «Ha hecho una gran autoelaboración del personaje», señala el director.