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Shirley Temple: La niña que alivió la Gran Depresión

La intérprete, que triunfó con películas como «La pequeña coronela» o «El solterón y la menor», convirtió su imagen en un icono del Hollywood clásico
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Los niños prodigio están en el mismo origen del cine de Hollywood. El más precoz fue Jackie Coogan, descubierto por Charles Chaplin para interpretar el golfillo de «El chico» (1921), considerado el mejor actor niño del mundo. Hubo que esperar a la aparición de Shirley Temple, en 1930, para que una niña prodigio menor de cinco años se convirtiera en las más rutilante de las estrellas del Hollywood dorado y ganara por primera vez el Oscar infantil en 1935. Shirley Temple sería el modelo generador de las demás estrellas infantiles que en el mundo ha habido, incluyendo todas las facetas que le dieron la fama: cantaba, bailaba, interpretaba dramáticamente y emocionaba al público con melodramas musicales cuyos argumentos apenas variaron con el correr de los años, en sus distintas adaptaciones nacionales.
A los tres años, se inició en el cine con películas cortas educativas que se burlaban del cine y la política del momento, las «Baby Burlesques», en las que los niños parodiaban a los adultos. Ella imitó a Marlene Dietrich, pero fueron prohibidas en 1933. Una idea que retomó Allan Parker para lanzar a la fama a Jodie Foster en este extraño musical, hoy políticamente incorrecto, «Bugsy Malone, nieto de Al Capone» (1976), en donde los gángsteres y sus amantes los interpretan niños.
Lo que le dio la fama a Shirley Temple fue su enorme simpatía y profesionalidad artística. Detrás de ella estaba su madre, que le repetía: «¡Brilla, Shirley, brilla!», hasta que la convirtió en una rutilante estrella y la reina del claqué. Llegaba al estudio con el papel aprendido y los bailes ensayados hasta la extenuación, dirigida por el actor y coreógrafo Bill «Bojangles» Robinson, su pareja en cuatro de sus más taquilleras películas: la primera pareja interracial del cine. Gran parte de las escenas de baile se desarrollaban con el servicio doméstico negro o en sus cabañas. Para su estreno en el Sur, la Fox tuvo que cortar la famosa escena con Bill Robinson de la escalera bailando claqué de «La pequeña coronela» por miedo a la reacción del público racista. Se considera a Bill «Bojangles» Robinson como el mejor bailarín de claqué de la historia, famoso por su número del Cotton Club «stair dance», acompañado por la orquesta de Cab Calloway, que haría famosa en el cine con Shirley Temple, siempre como abnegado mayordomo. El genio de Temple está en el inicio de la moda del jazz, del baile del claqué y el cine musical durante los años de la Gran Depresión. Fue la sonrisa optimista de aquellos años. Su enorme influencia se refleja en la evolución de las comedias de teléfono blanco de Fred Astaire, deudor del genio de Bill «Bojangles» Robinson, a quien rinde un homenaje en «Bojangles in Harlem», en «En alas de la danza» (1936), con la cara pintada de negro.
Tras la estela de Mickey Mouse
Shirley Temple es la primera niña prodigo que tuvo «merchandising» propio, siguiendo la estela de Mickey Mouse. Las muñecas Shirley de porcelana o celulosa eran su viva imagen. Todo cuanto tocaba la angelical niña lo convertía en oro de ley: los trajes de sus películas, los discos con sus canciones, más de 700 modelos de muñecas, tazas, revistas y hasta una línea de vestidos. La moda perduró durante años, especialmente los recordables, que en España llegaron a dibujarse con vestidos de andaluza y uniforme de la Sección femenina de la Falange, editados por el TBO. A raíz del fenómeno de Joselito, decidió Cesáreo González lanzar a Marisol utilizando el mismo argumento que hizo famosa Shirley Temple, en «La pequeña coronela», para «Un rayo de luz» (1960). De 1935 a 1939 batió en la taquilla a estrellas de Hollywood, incluidos Clark Gable y Joan Crawford, recaudando millones de dólares. Su fama se extendió hasta los 60, cuando el director Robert Aldrich parodió en «¿Qué fue de Baby Jane?» (1962) la cara más siniestra de una sosias de Shirley Temple, aquí llamada Baby Jane Huston, interpretada por Bette Davis. Un desquiciado personaje anclado en su pasado de niña prodigio, vestida con los trajes infantiles y tirabuzones que la hicieron famosa. A excepción de Temple, que tuvo una carrera exitosa en papeles de jovencita, especialmente en «El solterón y la menor» (1947) y «Fort Apache» (1948), y su evolución en los años 50, ya retirada del cine, como política del Partido Republicano, en cargos de embajadora en Checoslovaquia y primera mujer jefa de protocolo de EE UU, la mayoría de los niños prodigo del cine siguieron una senda tenebrosa que los llevó a las drogas, el alcoholismo y las clínicas de desintoxicación. Son repetitivas las carreras hacia el abismo de niños prodigios, como Judy Garland, Lindsay Lohan, Tatum O' Neal, Drew Barrymore, River Phoenix y Macaulay Culkin, que fueron incapaces de superar su popularidad.