«Tierra Firme»: Amigos para siempre
Director: Carlos Marqués-Marcet. Guión: C. M.-M. y J. Nurrish. Intérpretes: Oona Chaplin, Natalia Tena, David Verdaguer. España-Gran Bretaña, 2017. Duración: 113 minutos. Comedia dramática
Tanto «10.000 km» como «Tierra firme» son la historia de un plano secuencia que se disgrega. En la primera, se rompe por la mitad en un plano-contraplano imposible, auténtica metáfora virtual del amor en la distancia. En la segunda, el largo paseo de una pareja de lesbianas al borde del río se resquebraja con la llegada de un intruso benéfico que impulsa la proyección de los miedos de una generación: el miedo al compromiso, a la maternidad, a la madurez, a permitir que la vida les haga crecer. Con la sombra del cine de Linklater a cuestas, ahora Carles Marqués-Marcet parte de una premisa que no desentonaría en una comedia de Judd Apatow, aunque el drama sofoque las risas de madrugada de una amistad a tres que se tambalea cuando la idea de un hijo aparece en el horizonte. «Tierra firme» se maneja mejor en la intimidad que en la complicidad, o lo que es lo mismo, en los silencios y miradas elocuentes que en la infantilización, un tanto forzada, de algunos comportamientos. El resultado es una película cálida, sincera y humilde, como un abrazo en plena noche.
LO MEJOR
Cuando los diálogos se acaban, y solo queda la verdad de la mirada y de los gestos
LO PEOR
Que el personaje de David Verdaguer está, a veces, en exceso caricaturizado