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Muertes, torturas y delaciones por intentar huir del terror comunista

Hoy se estrena la película "Viento de libertad"de Michael Herbig. Alberto Garzón no irá a verla, como ningún nostálgico del comunismo, porque cuenta cómo era realmente la RDA.

Una magen icónica: Conrad Schumann, el primer soldado que saltó sobre los alambres del muro de Berlín; fue acosado y se suicidó en 1998
Una magen icónica: Conrad Schumann, el primer soldado que saltó sobre los alambres del muro de Berlín; fue acosado y se suicidó en 1998larazon

Hoy se estrena la película "Viento de libertad"de Michael Herbig. Alberto Garzón no irá a verla, como ningún nostálgico del comunismo, porque cuenta cómo era realmente la RDA.

Hans Peter Strelzyk, técnico de vuelos del Ejército de la RDA, de 37 años, y Guenter Wetzel, de 24, decidieron escapar a la República Federal Alemana, libre, capitalista y verdaderamente democrática, donde los estándares de vida eran mucho más elevados. Empeñaron todos sus ahorros para adquirir una casa de campo a veinte kilómetros de la frontera con la Alemania occidental. Ambas familias se dedicaron entonces a reunir toda la seda posible para construir un globo de veinte metros de diámetro y se pusieron a coser. La labor de recopilación de material, que incluía bombonas de gas y placas de acero, y el trabajo de construcción lo hicieron con el mayor secreto posible. Cualquier comentario indiscreto o vecino inocente podía ser un confidente de la Stasi. El miedo, como se refleja en la película, era su compañero diario.

El primer vuelo, realizado en el mes de julio, fracasó por falta de gas. La Stasi, la policía política, comenzó a pisar los talones de las dos familias. El ambiente era muy parecido al que George Orwell describía en «1984»: un Gran Hermano que todo lo veía, sabía y reprimía. El segundo globo era una plancha, donde se acomodaron los cuatro chicos junto a las bombonas, y los adultos se amarraron a la plataforma. El artefacto se elevó en la madrugada del domingo 16 de septiembre. Tomó una altura de dos mil metros y una velocidad de cuarenta kilómetros a la hora. A los veinte minutos aterrizó en un campo de cereales de un pequeño pueblo de la Alta Franconia. Solo querían que sus hijos no crecieran en un régimen que limitaba la libertad de las personas a través del terror.

155 kilómetros de Muro

Las dos familias no fueron las únicas en escapar de una forma épica. El Muro se construyó para evitar que la gente huyera del «paraíso soviético» alemán. Walter Ulbricht lo mandó construir en 1961 tras la masiva marcha de personal cualificado a la zona occidental. El Muro se fue sofisticando según las personas lo sorteaban, hasta que se estructuró en un área con once barreras diferentes en los 155 kilómetros del Muro. Contaba con más de 300.000 policías fronterizos que patrullaban túneles, ríos y caminos. El primero en huir fue Conrad Schumann, un soldado cuya imagen dando el salto sobre la valla de espinos dio la vuelta al mundo. Era un 15 de agosto de 1961. Se convirtió en un símbolo. A partir de entonces la Stasi le persiguió por donde fuera. Quedó maltrecho y muy afectado por la represión, y en 1998 se suicidó. A pesar de esto, más de 2.700 soldados de la Alemania oriental siguieron su ejemplo y desertaron. Hoy existe un mural en su honor en la estación de U-bahn de Bernauerstrasse.

Un mes después, el 25 de septiembre de 1961, Frieda Schultze, de 77 años, saltó al vacío para que la recogieran un grupo de bomberos que la pasaron al lado occidental. En diciembre, el maquinista Harry Deterling atravesó con su tren la valla de espinos de la frontera, cargado de pasajeros, y llegó hasta Spandau. Su familia se quedó con él, pero muchos viajeros decidieron por miedo volver a la RDA.

Heinz Meixner, enamorado, ideó un plan de fuga muy poco sofisticado. Metió a su prometida y a su suegra en un coche. Previamente desmontó el parabrisas, la parte de arriba del vehículo, como si fuera descapotable, y desinfló las ruedas. Esto le permitió el 5 de mayo de 1963 pasar por el Checkpoint Charlie a toda velocidad sorteando por altura la barrera del control fronterizo. Wolfgang Engels tuvo una ocurrencia: robar un coche blindado Panzer y atravesar el Muro. Entabló amistad con unos soldados, que le enseñaron a manejarlo sin sospechar sus intenciones. Cuando aquellos se fueron a cenar, Wolfgang tomó el vehículo. Era un 17 de abril de 1963. Atravesó las calles de Berlín durante 20 kilómetros. Fue saltándose los semáforos aprovechando que era un coche militar. Se estampó contra el bloque de hormigón, salió del coche, se enredó en las alambradas, recibió algunos disparos y llegó al Oeste. Allí le atendieron unos viandantes y sobrevivió. La RDA le puso en una lista negra por robo y deterioro de propiedad estatal. Hubo otros más listos, como el ingeniero de Dresde que construyó un submarino pequeño con planchas y un motor de motocicleta, y huyó.

Muchas personas marcharon por túneles que se iban numerando según la cantidad de personas que conseguían atravesar la frontera. El más conocido fue el 57, construido por dos ingenieros para reunirse con sus mujeres, que estaban en Occidente. En la noche del 3 al 4 de octubre de 1964 huyeron 57 personas por el túnel, de 145 metros de largo y 12 de profundidad, construido en el sótano de una panadería abandonada. Iban a salir 120, pero las Stasi lo descubrió y no dio tiempo a más. Pero la gran huida se produjo en el verano de 1989 aprovechando los permisos que se concedían para viajar a países de la Europa del Este. El mecanismo era sencillo: una vez en Hungría, Polonia, Checoslovaquia o Bulgaria pedían asilo en la embajada de la República Federal de Alemania, o simplemente pasaban la valla hacia Occidente. La marcha fue tan masiva que desbordó a las autoridades de la Alemania Federal.

El gobierno de la RDA, presidido por Erich Honecker, enfureció. Culpó a Occidente y a los reformistas de los países socialistas. Amenazó con una «solución china», como en Tiananmen, masacrando a la población civil. Lo cierto es que los asesinatos tuvieron lugar desde el principio, ya fueran de personajes conocidos, como el futbolista Lutz Eigendorf, al que mató la Stasi el 5 de marzo de 1983 tras escapar de la RDA y fichar por el FC Kaiserslautern. Las cifras de asesinados son abrumadoras: 70.000 entre comunistas sospechosos, disidentes, pro-occidentales, opositores y desertores. Intentaron saltar el Muro alrededor de 100.000 personas, y solo lo consiguieron 5.000. Se calcula que unas mil fueron asesinadas a tiros cuando intentaban huir.

El 9 de noviembre de 1989 cayó aquel símbolo de la barbarie, ese Muro de Berlín que tantas vidas había truncado. La fiesta popular sobre el derrumbe está entre las imágenes históricas más importantes del siglo XX. Era el comienzo de una nueva época. El comunismo soviético y sus aledaños tenían los días contados.