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«Verano del 84»: El declive de la inocencia

«Verano del 84»: El declive de la inocencia
«Verano del 84»: El declive de la inocencialarazon

Dirección: François Simard, Anouk Whissell y Yoan Karl Whissell. Guión: M. Leslie y St. Smith. Intérpretes: Graham Verchere, Judah Lewis, Caleb Emery. Canadá-EE UU, 2018. Duración: 105 min. Terror.

Los asesinos en serie siempre son vecinos de alguien, las casas de los suburbios siempre están construidas sobre cementerios indios, algún despistado aún no ha visto «Gremlins» y en la banda sonora se escuchan ecos de Tangerine Dream y John Carpenter. Podríamos seguir alargando la lista de referencias a la cultura de los ochenta, con su miedo irracional al sida y esa guerra fría que parecía no acabarse nunca, pero nos quedaríamos sin texto: en la estela de la serie «Stranger Things», «Verano del 84» se revela como un auténtico catálogo de citas, algo así como una versión jibarizada de «It» sin el exotismo que ofrece su payaso mutante. La reconstrucción nostálgica resulta eficaz y está hecha con el cariño de quien duerme con un poster de «Los Goonies» en la cabecera de la cama. Su relectura, en clave oscura, de los sótanos morales de la era Reagan, rematada en un epílogo tan violento como inconsistente, intenta refrendar el fin de una época: la de la inocencia americana, que sigue siendo asesinada aunque nos parezca mentira década tras década como en una pesadilla recurrente, avisándonos de que el enemigo interior que nació en el cine de terror anterior a «Poltergeist» o «El padrastro» continúa (y lo va a seguir haciendo) dando guerra, con sus jardines bien regados supurando cadáveres.