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Woody Allen: «En el mundo del espectáculo no existe el trabajo duro»

Woody Allen: «En el mundo del espectáculo no existe el trabajo duro»
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LA RAZÓN entrevista al director antes del estreno de su nueva película

Cuando empezó a escribir guiones, y de eso hace ya unos años, Allan Stewart Konigsberg utilizó una máquina de escribir. De esa misma Olympia, que lo ha acompañado durante todo este tiempo, también han salido los diálogos de su nueva película, «Blue Jasmine». Para presentarla recibe en París a los periodistas, sólo dos días después de acabar el rodaje de la próxima, que se estrenará en 2014. Un año en el que, también, se supo ayer, los Globos de Oro le homenajearán con el premio Cecil B. DeMille por toda su carrera. Aunque haya que subir un poco el tono de voz para que oiga las preguntas, sus respuestas siguen siendo tan lúcidas y rápidas como debe de serlo esa Olympia. ¿Qué máquina de escribir aguantaría, si no, más de seis décadas de genialidades?

-«Blue Jasmine» retrata la vida de una mujer rica después de perderlo todo. Siempre asegura que maneja muchas ideas hasta que encuentra la que se convierte en el germen del guión. ¿Cuál fue ese en este caso?

-Un día estaba comiendo con mi esposa y me contó que una amiga suya, a su vez, le había contado la historia de una mujer muy rica con avión privado, varias casas... ese tipo de cosas. De repente, lo perdió todo. Me pareció muy dramático. Después de años con un tren de vida muy alto, tenía que trabajar. Su vida entera cambió completamente. A partir de esta idea comencé a escribir el guión. Así que la historia central es real.

-La economía parece ser ahora el centro de todo. ¿Quería rodar algo sobre el tema?

-En absoluto. Sólo pensaba en la tragedia personal de esta mujer. En EE UU, como supongo que habrá pasado en Europa, la gente de clase alta salió muy perjudicada. La clase media también: perdió sus pensiones, sus ahorros. Los pobres lo perdieron todo.

-Y a usted, ¿le afectó la crisis?

-No mucho, porque no invierto en bolsa ni en nada parecido. Nunca he especulado. Y no soy rico. Nunca he querido serlo. Hace ya muchos años que le di instrucciones a mi contable de que no deseaba enriquecerme, sólo tener suficiente dinero para trabajar. Es lo que me preocupa realmente. Así que en el único sentido que me vi afectado fue en que mis ahorros, como le ocurre a todo el mundo, no producen intereses. Eso es todo. Tampoco perdí mi trabajo. Siento que podría haberme hecho rico si en un momento dado le hubiera dicho a mi contable que parte de mi dinero la ahorrase e invirtiera la otra, pero nunca formé parte de eso.

-Parece que haya hecho mejores películas desde que empezó la crisis...

-Es sólo una casualidad. Tengo un par que, en cierto sentido, conectaron con el público. Podría hacer ahora 10 películas y que ninguna llegara a la gente. Es una cuestión bastante caprichosa.

-En ésta no parece que se pueda identificar mucho con los personajes masculinos.

-De hecho, en absoluto. Creo que el personaje más cercano a mí sería, en algunos aspectos, el de Cate (Blanchett), porque yo también soy sospechoso de negar la realidad, de no querer oír la verdad sobre algunas cosas.

-También sabe algo de matrimonios desafortunados. Tiene experiencia en eso.

-Sí que la tengo, sí (risas).

-¿Y cuál cree que es el secreto para que un matrimonio funcione?

-Suerte, es sólo suerte. Crees que lo controlas, que todo va bien, intentas tomar las decisiones acertadas, consultas con terapeutas, psicoanalistas y amigos, pero, al final, es sólo suerte. No es fácil que triunfe.

-Acaba de participar en el nuevo filme de John Turturro, «Fading Gigolo», en el que encarna a un proxeneta. ¿Por qué aceptó este trabajo?

-Me encanta interpretar papeles. Hace años, cuando era joven, encarnaba al protagonista con la chica... Ahora tengo 77 y ya no puedo hacer del tipo romántico. Así que es difícil encontrar un papel; incluso cuando escribo mis guiones, no hay nada para que yo interprete. Si pudiera escribir algo que encajara para mí, lo haría. A Turturro lo conozco desde hace años y me llamó porque tenía un papel para mí. No era muy grande, pero me gustó. Además, el rodaje era en Nueva York. Le dije que sí porque me encanta, es un tipo serio e inteligente. Nunca nadie me ofrece ningún papel. Bueno, quizá una vez cada cinco años o así, pero casi nunca.

-¿Cómo se siente cuando le dirigen?

-Resulta un auténtico placer. Al final del día me voy a casa y toda la ansiedad y el sufrimiento es para Turturro. Es genial.

-Alaba las dotes interpretativas de su última protagonista allá por donde va. ¿Qué es una buena actriz para usted?

-Es un don natural que no se puede definir. Algunas otras serán buenas, pero hay algunas que tienen algo imposible de expresar. Es, otra vez, suerte. Cate posee esa profundidad y complejidad. También Meryl Streep, Geraldine Page y Dianne Wiest... muchas de ellas. Y Cate es la única de su rango de edad que tiene ese don.

-Ha asegurado que aprendió a escribir papeles para mujeres después de vivir con Diane Keaton.

-Fue una gran influencia para mí en muchos sentidos. Tiene una gran personalidad, es muy inteligente, muy sensible y artística. Comencé a ver la vida a través de sus ojos. Fue cuando escribí «Annie Hall», y me gustó mucho esa nueva perspectiva, que repetí en muchas películas, y, gracias a eso, pude trabajar con actrices maravillosas. Me siento cómodo escribiendo personajes femeninos.

-Durante los últimos años ha rodado en Londres, París, Barcelona y Roma. Esta cinta transcurre casi íntegramente en San Francisco. ¿Por qué no regresa a Nueva York?

-Por motivos estrictamente económicos. Cuando escribí «Match Point» iba a rodarla en Nueva York, estaba preparado para conseguir la financiación y recibí una llamada de Londres: si la rodaba allí, me pagaban la película. No era muy complicado cambiar la localización, sólo tenía que hacer algunos ajustes de guión. Resultó una gran experiencia; incluso el tiempo fue magnífico.

-Rodar en países extranjeros, ¿cambia algo su cinematografía?

-No. Me gusta. Acabo de terminar una película en el sur de Francia y he estado encantado. También me encantaría volver a rodar en Nueva York, en todo caso. Y tampoco podría rodar en cualquier parte; la idea tiene que encajar en la ciudad.

-Es un director muy prolífico. ¿Cuán duro es realizar una cinta al año?

-No lo es en absoluto. Casi toda la gente que hace películas invierte la mayoría del tiempo en conseguir el dinero. Yo tengo la idea y escribo el guión, lo que me lleva unos dos meses. Según acabo de teclear, me pongo a rodar, y voy adaptando la producción a la financiación que logramos. Físicamente es exigente, pero son dos semanas al año. Y es trabajo duro, pero no como el de un obrero. En el mundo del espectáculo no existe el trabajo duro.

Un buen recibimiento en EE UU

Por muchas películas que haya hecho, por muchas entrevistas que haya concedido, Woody Allen conserva los nervios por cómo será recibida su nueva creación. Prueba de ello es que, al presentar «Blue Jasmine», se le ve contento, satisfecho, cosa que no ocurre siempre. «Me ha sorprendido el entusiasmo con el que ha sido recibida. Tuve la misma sensación con "Midnight in Paris"(a la izda.). Esperaba que fuera a ser bien recibida y tenía expectativas razonables buenas, pero no pensé que tanto. En todo caso, trato de hacer todas lo mejor que puedo. Algunas salen mejor y otras, peor». Su entusiasmo es más comprensible al ver que la buena recepción de la que habla procede de EE UU (donde se estrenó el pasado 23 de agosto), un país que, a pesar de ser el suyo, nunca le ha reconocido los mismos méritos que otros, sin ir más lejos, los europeos.

Una nueva «chica allen»

Es sabido que cualquier actor al que Allen llame para ofrecerle un papel se baja gustosamente el caché para trabajar con él. Suponemos que éste ha sido el caso de Cate Blanchett, a quien el neoyorquino ha calificado como «una de las grandes actrices con las que he trabajado». Y eso que en su nómina están grandes de la interpretación como Diane Keaton, Dianne Wiest, Mia Farrow y Angelica Huston (junto a estas líneas, de izda a dcha.). «No la conocía. La primera vez que la vi fue en "El talento de Mr. Ripley". Estaba increíble. Siempre es magnífica. También en "El aviador". Mientras escribía intentaba imaginar quién podría hacer este personaje. Me di cuenta de que era la adecuada porque es muy buena, tiene la edad adecuada y, además, estaba disponible. Ha sido todo un acierto», asegura el director.