Historia

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Cochise, el apache que creía en los milagros

Tratado en ocasiones como un profeta bíblico, el líder militar ha pasado a la historia como un hombre bondadoso y de profundos sentimientos religiosos.

Cochise se dejó fotografiar en contadas ocasiones.
Cochise se dejó fotografiar en contadas ocasiones.larazon

Tratado en ocasiones como un profeta bíblico, el líder militar ha pasado a la historia como un hombre bondadoso y de profundos sentimientos religiosos.

De todos los jefes indios que pueblan la historia de los Estados Unidos de América, inmortalizados en las grandes producciones de Hollywood, Cochise (1812-1874) es sin duda el más célebre y fiero. Un simple gesto de censura de este imponente caudillo, de pronunciadas facciones aquilinas, como las agrestes Montañas del Dragón, en Arizona, donde mantenía incólume su inaccesible fortaleza, bastaba para infundir temor hasta en los más bravos guerreros de su tribu de apaches chiricahuas.

La madre naturaleza dotó a este hombre de un indiscutible liderazgo. Físicamente, su estatura de casi metro noventa y su vistosa musculatura ejercían un poder disuasorio entre sus amigos y adversarios; pero además era prudente, justo e incluso bondadoso con los demás. En definitiva, una persona de honor y de profundos sentimientos religiosos, los cuales resultaron decisivos para devolver la paz a su pueblo, como enseguida veremos. Pero, ¿quién iba a pensar que este salvaje genio militar, cuyas fuerzas no sobrepasaban unos pocos centenares de guerreros, sería capaz de infligir al hombre blanco una enorme pérdida de vidas humanas y de propiedades, hasta el punto de paralizar casi la colonización del sudoeste de Estados Unidos durante doce años nada menos? Con sólo 18, Cochise recibió el ofrecimiento para convertirse en jefe supremo de todas las dispersas tribus apaches. Pero rehusó tal responsabilidad, pues lo único que le importaba entonces era permanecer junto a su querido pueblo chiricahua, el más minoritario pero también el más feroz ý el más luchador.

Al lado de Chiricahua

La década de 1850 a 1860 será recordada como un verdadero remanso de paz, cuando los carros cubiertos que se dirigían a California cruzaban sin ningún contratiempo los campos de caza de los apaches chiricahuas. Arizona entera se llenó de colonizadores, mientras la minería experimentaba un gran auge. Tucson se convirtió en la capital comercial del territorio. Se construyó incluso una estación para las diligencias junto a los manantiales de agua dulce de los chiricahuas, en Apache Pass. Cochise, en persona, llegó a estampar su firma en un contrato para el suministro de leña.

Pero toda aquella maravillosa armonía estalló por los aires en octubre de 1860, cuando unos indios errantes secuestraron a un niño mestizo llamado Mickey Free. Poco después, el inexperto y vanidoso teniente George Nicholas Bascom invadió el pacífico Apache Pass y culpó a Cochise sin pruebas de aquella fechoría. El jefe indio había aceptado su invitación a conferenciar con él en el interior de una tienda de campaña; confiado, llevó consigo a cinco miembros de su familia. Pero al oír la falsa acusación de labios del joven oficial, se puso en pie de un salto, rasgó con su cuchillo la lona de la tienda y ordenó a sus familiares que lo siguieran. Uno de los sorprendidos guardias le hirió con su bayoneta en la pierna, pero Cochise logró escapar, sin que sus familiares pudieran seguirle. Enseguida devolvió Cochise el golpe capturando a varios blancos, a quienes ofreció canjearlos por los suyos. Pero el testarudo Bascom no accedió tras sus reiteradas peticiones. Finalmente, los blancos que retenía Cochise fueron asesinados, y Bascom ahorcó al hermano y a los sobrinos del jefe apache. La guerra quedó declarada.

Verdad tardía

Años después, cuando Mickey Free fue liberado, se supo que Cochise había dicho la verdad: los autores del secuestro fueron miembros de otra tribu, la de los apaches pinal. Pero ya era tarde. En 1871, Cochise contabilizó 15.000 bajas de hombres blancos, millones de dólares en animales capturados, el abandono forzoso de las ricas minas del territorio, y centenares de granjas y haciendas devastadas. Una verdadera catástrofe que obligó a Washington a enviar a seis generales de la guerra civil y a 5.000 soldados para combatir contra las reducidas fuerzas de Cochise.

Cuando todo parecía perdido para los chiricahuas sucedió un verdadero milagro. Cochise jamás perdió la esperanza. El general Oliver Otis Howard, héroe de la guerra civil, conocido como «el general cristiano», recibió el encargo de dialogar con él. Howard estaba al corriente de la raigambre religiosa del jefe indio y confiaba en la capacidad de persuasión del capitán Thomas Jeffords, quien a su vez conocía a Cochise.

Tras varios días de oración al pie de las Montañas del Dragón, Howard vio aparecer de repente a un indio majestuoso que se abrazó a Jeffords. El general acompañó finalmente a Cochise hasta su fortaleza, donde le habló con el mismo fervor que un profeta bíblico. Hoy los descendientes de Cochise y su pueblo viven pacíficamente gracias a la integridad de dos hombres que supieron hacer honor a su palabra dada.