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Cine

Concha Velasco, el adiós de la chica yeyé

La actriz, que dejó los escenarios en 2021, fallece a los 84 años en Madrid

En la mitología pop española solo hubo una chica yeyé: Conchita Velasco. Aquel estilo, un conjunto de moda en el vestir, música inglesa y modernidad juvenil, se impuso en España a lo largo de los años 60 con el auge del «Swinging London» y el Pop Art. Y quien lo encarnó de forma total fue la actriz y a veces cantante Concha Velasco, desde que interpretó la película «Historias de la televisión» (1965). En donde se unían dos fenómenos sociológicos modernizadores de la España desarrollista: Televisión Española y el Festival de Benidorm. La singularidad de la moda yeyé fue que acabara por encarnarla una mujer de veinticinco años que nada tenía que ver con los iconos extranjeros: la modelo inglesa Twiggy y la cantante francesa Françoise Hardy. Ambas representantes de la moda lánguida que impusieron Mary Quant con la minifalda y Paco Rabanne con los minivestidos metálicos.

En el colmo del contrasentido, la canción que escribió Augusto Algueró, con letra de Antonio Guijarro, era un retrato paródico de la joven moderna, que por entonces representaban las francesas y las suecas: chicas frescas y desinhibidas que flirteaban con los españoles. Y algunas españolas muy atrevidas a quienes Manolo Escobar les cantaba: «No me gusta que a los toros / te pongas la minifalda».

La letra de «Chica yeyé» le dejaba bien claro a ese chico que no le hacía ni caso, ni se apiadaba de su pobre corazón, que se buscara a una extranjera frescachona. Por eso le decía: «Búscate una chica, una chica yeyé / que tenga mucho ritmo y que cante en ingles / Que tenga el pelo alborotado y las medias de color / Una chica yeyé / Una chica yeyé que te comprenda como yo».

Velasco era por entonces la indiscutible novia de España. La protagonista de comedias como «Las chicas de la Cruz Roja» (1958) y «El día de los enamorados» (1959), con música otra vez de Augusto Algueró, uno de los fabricantes de éxitos cuya popularidad sigue aún vigente.

Gracias a esta canción, Conchita Velasco se convirtió en la única e indiscutible chica yeyé. En el emblema de la modernidad pese a cantar una tema que oponía la tradición española frente a la modernidad de fuera. Era evidente que era una persona clásica que buscaba un novio para casarse, y la chica yeyé, una jovencita moderna, liberada, que vestía minifalda, enloquecía con los Beatles y los Rolling y bailaba frenéticamente en la discoteca al ritmo de Los Brincos y Los Bravos. Paradójicamente, las adolescentes Marisol y Rocío Dúrcal, genuinas representantes de aquel estilo, han pasado a la historia, una como la niña prodigio comprometida con el extremismo de izquierdas y la otra como la mejor cantante de baladas románticas y rancheras de dolor.

El adjetivo onomatopéyico «yeyé» hizo su aparición con el éxito mundial de los Beatles «She Loves You, yeh, yeh, yeh» (1963). El término se popularizó primero en Francia gracias a la revista musical «Salut les copains» (1962), con las recomendaciones semanales de un personaje con melena beatle llamado «Chouchou». Y el primer disco de Françoise Hardy en EE UU se tituló «The Yeh-Yeh Girl From Paris!» (1966). En España nació con las imitadoras de las galas Sylvie Vartan, Sheila y France Gall, y de las italianas Rita Pavone y Mina. En España, la primera y más genuina chica yeyé fue Gelu, nacida, como Dúrcal, con el baile del twist y su prolongación con el pop de los grupos coetáneos de los Beatles.

Inmarchitable

En plena explosión del pop británico, Augusto Algueró, el músico español más popular y exitoso durante cuatro décadas, escribió «Chica yeyé», parodia de la moda de la juventud moderna y desmelenada, para Luis Aguilé, que la grabó, con ligeras variaciones y sin demasiado éxito, con el título de «Chico yeyé». Pero a ningún joven moderno de entonces la gustaba que lo llamaran así. Mientras se rodaba «Historias de la televisión», Concha Velasco la interpretó en un descanso del rodaje, en el Palacio de los Deportes de Madrid, acompañada por el grupo Los Botines, con tal éxito entre los técnicos y la figuración que José Luis Sáenz de Heredia, director del filme y amante de la actriz en aquellos años, la convenció para que la cantara en la película en dos ocasiones: una, al comienzo, ella sola, y la otra al final, a dúo con Tony Leblanc, ambos acompañados por Los Botines, por entonces capitaneado por el cantante Manolo Pelayo y sustituido poco después por el valenciano Camilo Sesto.

La grabaron numerosas cantantes pop. Gelu le añadió sus típicos jipidos y triunfó en la versión de Rosalía. Pero quien consiguió colocarla en el primer puesto y mantenerla en el «hit parade» español de 1965 durante cinco meses fue Conchita Velasco con su potente voz, a veces en el filo armónico. Y así permaneció hasta la fecha, inmarchitable, desde su revival en los años 70 y la conmemoración del 25 aniversario, como su más grandioso éxito en la canción pop. Hasta tal punto se ha fusionado la estrella con esta canción que hoy Conchita Velasco es la metonimia de la «chica yeyé».