Buscar Iniciar sesión

Coronado quiere venganza

Miguel Ángel Vivas dirige al actor en «Tu hijo», un drama en el que el protagonista, un cirujano, le cambia la vida cuando su hijo adolescente queda en estado vegetativo por una paliza.
larazon

Creada:

Última actualización:

Miguel Ángel Vivas dirige al actor en «Tu hijo», un drama en el que el protagonista, un cirujano, le cambia la vida cuando su hijo adolescente queda en estado vegetativo por una paliza.
Habla muy rápido Miguel Ángel Vivas. Nació en Sevilla en 1974 y «Tu hijo» es su quinto largometraje, después de «Reflejos» (2002), «Secuestrados» (2010), «Extinction» (2015) e «Inside» (2016). Cuenta que cuando acabó el rodaje de su nuevo trabajo respiró. Y descansó. «Es mi película más personal», declara. Le rondaba la idea de «Tu hijo» en la cabeza desde hace siete años «y siento ahora una enorme responsabilidad», confiesa. Y nervios, esos que ya no sufría tiempo atrás le han vuelto como un mal sueño porque mañana la película que ahora promociona y que inauguró la Seminci de Valladolid, llega a las salas de cine. «Ya me he vuelto a poner nervioso y eso que dije que no lo iba a estar. Lo que deseo sobre todo es saber qué opina la gente. Quiero que vean la película y no lo digo, que quede claro, por la taquilla, sino por el hecho de enseñarla», asegura. Lo que ha querido hacer es contraponer este cine con el habitual de usar y tirar o ver y olvidar, que sería más correcto: «Ahora las cintas, muchas de las que se proyectan, se limitan a entretenerte, pero en cuanto abandonas la sala la olvidas. No vuelves a pensar en ella, ni siquiera recuerdas el título. Yo he querido que en la mía se observe ese diálogo con el espectador. Es abierta para que coloque las piezas que faltan».
Vivas ha dirigido cinco filmes con éste y tiene una carrera de fondo en la televisión, con series tan punteras como «La casa de papel» o «Vivir sin permiso», donde ha dirigido a Coronado en dos capítulos. Cuando pensaba en un actor que interpretara a Jaime Jiménez, el cirujano, padre de familia, que sufre un terrible revés, sus pensamientos se fueron director a José, como él le llama. «Me ha hecho un regalazo», repite en un par de ocasiones. Al escribir el primer guión no estaba entre los elegidos. Con el segundo ya lo tenía en mente. «Le veía en mi cabeza, tenía esa mirada perdida que muestra cuando está dentro del coche y eran esos ojos los que yo veía. Me venía esa imagen con él».
Y acabó por calzarse la piel de un médico que vive de noche, un profesional reputado, casado, padre de dos hijos, chico y chica, que halla su verdadero refugio, comenta el director, cuando llega a su casa. Un día, el menos pensado para él, que se nota viejo, pero nunca acabado, la vida le propina un golpe brutal: su hijo es víctima de una paliza a la salida de una discoteca y queda en estado vegetativo. Se le ve por detrás, mientras avanza por un pasillo y escuchamos su respiración entrecortada, por el terror, por la rapidez de los pasos. Casi se puede oír el corazón. «¿Qué hace él aquí? Que salga», grita una doctora al reconocerlo. El médico, padre en primer lugar, está incrédulo. A partir de ese momento se desmoronará la vida que había conocido y empieza su bajada a los infiernos. ¿Cuándo intuyó que el actor funcionaría en el papel? Responde que casi desde el primer momento: «Supe que iba a darlo todo, que era más de lo que yo había imaginado. Se ha superado. Es un filme muy mental que cuenta el día a día de un doctor para que el público se vaya metiendo en su cabeza. Pero llegó el quinto día de trabajo y al rodar la escena en que enseña el móvil de su hijo, hecha en un solo plano, supe que iba a funcionar. Vi lo que José nos estaba regalando a todos», desvela con orgullo.
Padres e hijos en el siglo XXI
Tanto se empleó el intérprete que Vivas lo resume en una frase: «Nos ha dado el alma, el corazón y las costillas». Y lo dice porque durante el rodaje en una escena se rompió una. «No quería que parásemos y tuvimos que obligarle a suspenderlo durante una semana porque los dolores que tenía eran muy fuertes. Nos repetía que el ''show'' debía continuar y le dijimos que no. Hay una palabra para definirle: «Cineasta, en tanto que vive y muere por el cine, por su trabajo. Te lo da absolutamente todo, es agradecido, regala y ayuda», añade.
Vives define «Tu hijo» como un drama que se vale del «thriller» como excusa para contarlo en el que tenía claro lo que deseaba plantear: la relación entre padres e hijos en pleno siglo XXI. ¿Lo estamos haciendo bien? Qué les vamos a dejar a ellos? «Como Jaime, hay muchos padres que creen que lo hacen bien porque cumplen, pero eso no es ser un padre. Ve a sus hijos unas cuantas horas al día, no se implica, mantiene la distancia con ellos, sobre todo con su hija. Hay una escena, cuando éste le muestra en el móvil una fotografía de una chica desnuda, él se limita a soltar un ''es muy artística''. No quiere establecer diálogo, ni conectar, ni ir más allá, para qué esforzarse. Vamos siguiendo desde nuestra butaca a un hombre equivocado porque también nosotros lo estamos como sociedad. No es un problema únicamente de él. Le vamos apoyando hasta que nos damos cuenta de a quién estamos siguiendo», dice el director, que subraya que «somos reponsables de la educación de nuestros hijos, pero lo que no podemos hacer, como Jaime, es entrar a espiar en el mundo de ellos».
Y retomamos la cuestión que plantea: ¿qué les vamos a dejar a nuestros hijos? Suelta una frase que es una verdad irrefutable, como un templo: «No tengo hijos pero yo soy hijo, todos los somos. Y hablamos de responsabilidad como sociedad. No vale lamentarse y criticar sin aportar. No dialogamos lo suficiente y eso va en perjuicio nuestro. No se nos cae de la boca la frase de que ''vivimos un vacío generacional'', pero no es algo novedoso. Siempre ha existido no es una cuestión novedosa. Mira si no las películas de Martínez Soria, cuando padres e hijos no se entendían. El vacío existe, aunque pienso que no hacemos el esfuerzo que debiéramos por entendernos».
Vivir enredados
Hace siete años el mundo digital no estaba tan omnipresente como ahora. La imagen, las redes cada día: «Cuando trabajamos la secuencia del vídeo me dijeron que me metiera en Youtube para ver palizas reales. Solamente tuve que escribir la palabras y aparecieron un montón. Pasados dos minutos lo dejé, me era imposible seguir mirando», señala. No entiende, lo dice con absoluta convicción, esa trivialidad de que goza hoy la imagen que se coloca al servicio de la violencia: «Jaime sufre, cómo no, cuando le dicen que a su hijo le han dado una paliza, pero realmente cuando se descompone es al saber que la agresión está grabada, que esa descarga de violencia irracional está en un vídeo. Lo vive como una humillación. Al protagonista le duele más el golpe al saber que existe una grabación. Escenas de ese tipo trivializan la violencia», termina.
¿Está solo Jaime, el cirujano a quien le han arrebatado a su vástago, o busca él ese aislamiento? «La soledad la sentimos todos y en esa bajada a los infiernos no repara en nada. Su mujer le dice que pare, pero no le hace caso; su hija le comenta que no le ha visto llorar. Quiere tener razón, no asume lo que le ha sucedido. Pero el protagonista no ha buscado distanciarse de su familia emocional y afectivamente. Su casa es su descanso. Cierra la puerta y se relaja. Come despacio, cena despacio. En su entorno se mueve muy bien, aunque se le nota fuera de lugar en todas partes».
Explica Miguel Ángel Vivas que jugó con una contraposición fuerte a la hora de reflejar el mundo que habita su hijo y diferenciarlo del resto: «Es la noche, la lluvia y el mal tiempo frente al día que pasa con él, que es su momento de paz y luz. Es con quien comunica». Y lo hace mediante la palabra y la mirada: «Sabemos lo que le pasa y lo que piensa únicamente con mirarle y verle los ojos. Le leemos». Vivas está satisfecho. Dice que ha hecho la película tal y como quería hacerla, «con la madurez que me han dado los años. Todo lo que he hecho antes ha sido para ponerme delante de este proyecto en el que he puesto el alma. He hecho la película tal y como quería. Desearía que fuera bien sobre todo por los otros. Y un premio para José».
Sevilla, una ciudad oscura y lluviosa
Miguel Ángel Vivas nació en Sevilla y a su ciudad ha decidido volver para ambientar este drama. Abundan las imágenes nocturnas en «Tu hijo», de una ciudad de la que no se muestra la belleza que destila ni tampoco se la retrata estereotipada. La lluvia, el mal tiempo se adueñan de los planos. «Estoy bastante sorprendido po rla acogida. Y sorprendido para bien. Es la vez que más me han importado las críticas», dice Vivas.