Crítica de "El caftán azul": amores de raso y seda ★★★ 1/2

Bastan diez minutos de “El caftán azul” para que el espectador sepa cuáles son los elementos del triángulo amoroso que la película va a diseñar con escuadra y cartabón, cuáles son los secretos (la homosexualidad reprimida) y los conflictos (la enfermedad) que movilizarán la trama hacia una conclusión previsible, y cuál es la metáfora (la confección artesanal de un hermoso caftán azul petróleo) que Maryam Touzani utilizará como reivindicación de un amor que añora lo táctil. Dicho esto, hay que celebrar que la directora de “Adam” desarrolle su programático argumento con delicada sensibilidad, buscando el equilibrio entre las dos grandes historias de amor que explica el filme.

Una de las grandes virtudes de “El caftán azul” es que integra la denuncia a la homofobia innata en la religión islámica sin subrayarla, porque forma parte de la genética del comportamiento de los personajes masculinos, un sastre noble y lacónico, Halim (Saleh Bakri), y Youssef (Ayoub Missioui), su nuevo aprendiz. Así las cosas, es del todo coherente que la película se desarrolle siempre en espacios cerrados (la tienda de telas, el apartamento del matrimonio protagonista, el hammam), como aislados del mundo: en esa privacidad Touzani querrá hipnotizarnos con los gestos sensuales de la costura, con los roces levísimos de dos manos que temen su deseo, con los abrazos cómplices del cuidado y la empatía.

El personaje más poderoso del filme es el que podría encarnar la esposa ultrajada, pero que muy pronto Touzani desarrolla como alguien mucho más complejo. Parece que Mina (espléndida Lubna Azabal) no va a tener mucho recorrido emocional, pero una de las mayores sorpresas de la película es el modo en que Touzani matiza y reformula las reticencias iniciales de su heroína, a quien caracteriza como una mujer resiliente y autónoma en una sociedad ferozmente patriarcal, en una prueba de amor puro que es, también, revolucionario. He aquí por qué “El caftán azul”, pareciendo tan calculada, acaba siendo tan emocionante.

Lo mejor:

La matizada delicadeza con que desarrolla las relaciones entre el trío protagonista.

Lo peor:

En líneas generales, el argumento resulta en exceso predecible.