Crítica de "Cazafantasmas: imperio helado": pues eso, que nos deja fríos ★★ 1/2
Dirección: Gil Kenan. Guion: G. Kenan, Jason Reitman. Intérpretes: Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace, Kumail Nanjiani, Patton Oswalt, Celeste O’Connor. Estados Unidos, 2024. Duración: 125 minutos. Fantástico.
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Dirección: Gil Kenan. Guion: G. Kenan, Jason Reitman. Intérpretes: Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace, Kumail Nanjiani, Patton Oswalt, Celeste O’Connor. Estados Unidos, 2024. Duración: 125 minutos. Fantástico.
Y vamos ahora al lío de los neutrones y los espectros más encantadores o malignos del planeta, que de todo hay en la viña del Señor, por quinta vez, aunque eso de que no lo haya malo... habrá que ponerlo en cuarentena esta vez. Porque la secuela de «Cazafantasmas: Más allá» (2021) y la que hace ya la número cinco de una franquicia que parece solo se frenará en seco cuando las taquillas no respondan o ya cueste Dios y ayuda seguir viviendo de la nostalgia (que la hay también en la presente película), resulta una cinta graciosa, entretenida aunque en ocasiones resulte algo lenta, pero cuya frescura y descaro originales hace mucho que se fueron al garete. Así, nos encontramos frente a una producción para que nadie de la familia salga colorado como un tomate y de regreso a Nueva York, concretamente, al icónico y vetusto parque de bomberos donde empezó todo.
La nueva generación de Cazafantasmas ya está en danza: así, a la pareja formada por Callie (Carrie Coon) y el enloquecido y a veces con maldita la gracia Gary (Paul Rudd), se unen Trevor y Phoebe, los dos hijos adolescentes de ella y nietos del difunto Egon Spengler, que seguirán los pasos de él y aprenderán, mejor o peor, el noble oficio de absorber ectoplasmas. Lo que, sin embargo, les cuesta destrozar la Gran Manzana a base de aceleradores nucleares desmadrados, drones que no pitan y otras actividades peligrosas que este grupo perpetra para cabreo del alcalde, que, ya de entrada, prohíbe a la niña, de 15 años, trabajar. Y, menos, sin cobrar un duro, lo que ya supondría hablar de explotación infantil... Y, sí, tenemos una buena ración de vómitos verdes (hay más que en «El exorcista»), objetos poseídos, de un CD a la aspiradora, seres malignos, un «Amo del fuego» medio agilipollado y buscavidas aunque solo con su ayuda se pueda salvar al mundo, un villano con cuernos y todo gigantesco y súper potente, una historia de amor lésbico que, lástima, los creadores de la cinta no tuvieron narices de seguir desarrollando, las apariciones estelares de quienes protagonizaron la de 1984 y un brutal cambio climático en la ciudad de la Estatua de la Libertad, que la esconde bajo un manto congelado lleno de estalactitas que ríanse del que estamos, según entendidos del tema, padeciendo. Lo malo es que, tras verla, muchos se quedarán pues eso, helados.
Lo mejor: es un filme a veces con gracia y el villano, un tipo gigantesco con cuernos y todo que tiene punto
Lo peor: aquella frescura y vis cómica de la primera hace mucho tiempo que se fueron al garete