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Estreno

Crítica de "El Conde": Pinochet tiene sed ★★ 1/2

Dirección: Pablo Larraín. Guion: Guillermo Calderón y Pablo Larraín. Intérpretes: Jaime Vadell, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Gloria Münchmeyer. Chile, 2023. Duración: 110 minutos. Disponible en Netflix.

Un fotograma de "El Conde"
Un fotograma de "El Conde"Imdb

¿Y si Pinochet fuera un descendiente lejano de la estirpe de Vlad, el Empalador? La brillante premisa de “El conde”, que convierte al dictador chileno en un vampiro que surca la Historia, dispuesto a ejercer su poder contrarrevolucionario, nos advierte de que el Mal es inmortal, el mismo perro con diferente collar. En el crepúsculo de su vida eterna, cuando ha decidido hacer huelga de hambre para clausurar su reinado, Pablo Larraín lo retrata como un viejo mezquino, que concibió sus crímenes como fondos de inversión a largo plazo.

El derramamiento de sangre ajena, pues, era más una cuestión económica que de convicción política. Da la impresión de que toda la filmografía de Larraín -cineasta tan interesado en las figuras históricas (“Jackie”, “Spencer”) como en el contexto político de su país durante la dictadura militar (“Tony Manero”, “Post Mortem” y “No”)- estaba orientada a desembocar en “El conde”.

A pesar de la agresiva originalidad de su sátira, es una pena que el resultado final sea decepcionante: explotada la idea, y afeando la impunidad con que los herederos ideológicos de Pinochet han sobrevivido a sus delitos (las luchas intestinas de la familia del dictador por repartirse su herencia), parece que Larraín se estanca con sus personajes en esa mansión decadente y alejada del mundo que es ese Chile que le gustaría ver con una estaca clavada en el corazón.

Lo mejor:

Que Pinochet sea un vampiro que propaga el Mal desde la Revolución Francesa.

Lo peor:

El desarrollo de esa idea tiene un aspecto improvisado, errático, diluido en una sorpresa final tan bizarra como efectista.