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Crítica de «Los delincuentes»: Historias extraordinarias ★★★★★

Dirección y guion: Rodrigo Moreno. Intérpretes: Esteban Bigliardi, Daniel Elías, Laura Paredes, Sergio Hernández, Germán de Silva, Margarita Molfino, Cecilia Rainero. Argentina, 2023. Duración: 180 minutos. Drama.
Fotograma de «Los delincuentes»
Fotograma de «Los delincuentes»Archivo
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Uno se puede llamar Morán o Román o Ramón o Morna o Norma, como cinco de los personajes, dos de ellos protagonistas, de “Los delincuentes”. Que esos cinco nombres sean anagramas, y resulten de la combinación de cinco letras, podría hacernos pensar en cinco variaciones de un mismo personaje, o que la propia película está planteada, sí, como un anagrama del cual podríamos recombinar sus piezas infinitamente. O que, simplemente, “Los delincuentes” se plantea a sí misma como un juego sobre el lenguaje del cine. Sobre el tablero está el cine de atracos, reducido a la mínima expresión, porque lo importante no será la ejecución sino su poder para crear un relato que se bifurca, puntualmente en pantalla partida: por un lado, el ladrón, un oficinista que se entrega a la justicia, y por otro, su cómplice a la fuerza, a quien elige para que le guarde el dinero robado durante los tres años y medio, calcula, que estará en prisión. Todo obedece a un plan tan absurdo como suena, pero “Los delincuentes”, como sus protagonistas, se mueve por impulsos. Los cálculos de Morán y Román serán tan imprecisos como los del espectador, que verá cómo sus expectativas son desafiadas a cada vuelco del relato. Los ecos y las rimas -la proyección de “El dinero” de Bresson, dos cigarrillos que se encienden en universos simultáneos- son tan importantes como las disonancias -una silla giratoria que chirría, la lectura de un hermoso poema de Ricardo Zalayarán, “La gran salina”, en los confines de una cárcel-, pero la vida, ya se sabe, es un hipertexto por el que navegar, tan imprevisible como un cuento de Cortázar o Borges. En este sentido, la sorprendente, extraordinaria película de Rodrigo Moreno se alinea con “La flor” de Mariano Llinás o “Trenque Lauquen”, de Laura Citarella, a la hora de liberar al relato de sus lógicas estructurales, dejándose llevar por la belleza del desvío: siempre existe la posibilidad de ser libre, nos dice Moreno, si nos entregamos a la sorpresa del mundo. Y entonces una película de atracos, más bien austera y atravesada por un humor extraño, se convierte en una fantasía pastoral, donde la gente pasa el rato jugando a las palabras encadenadas o preguntándose por un recuerdo de infancia. Y entonces nace el amor, y vuelve a desaparecer, y hay más, mucho más, cuando el filme se abre, como un milagro, a un western futuro.
Lo mejor:
►La libertad con que afronta sus metamorfosis, atrapando la atención del espectador
Lo peor:
►Aunque justificada, su duración le puede dificultar abrirse hueco en la cartelera