Crítica de "El deshielo": un verano infernal ★★
Director: Veerle Baetens. Guion: V. Baetens y Maarten Loix, según la novela de Lize Spit. Intérpretes: Charlotte de Bruyne, Sebastiene Dewaele, Spencer Bogaert, Naomi Velissariou, Olga Leyers, Simon Van Buyten. Bélgica, 2023. Duración: 111 minutos. Drama.
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¿Por qué Eva decide transportar un bloque de hielo que ha fabricado en su piso, de vuelta a su pueblo natal, para asistir al homenaje de un amigo que murió allí hace años, cuando ella era una niña en plena pubertad? El bloque de hielo es el «macguffin» sobre el que se articula el relato de «El deshielo», que bascula en dos direcciones complementarias: la del cine de la crueldad, con raíces podridas en la tierra del trauma y el abuso, y la del «mindgame film», que se desarrolla en dos líneas temporales que avanzan entrecruzándose para explicar la devastación anímica de su protagonista, una chica solitaria y amargada que parece aplastada por su pasado.
Las dos convergen en un tercio final tremendista y manipulador, en el que la denuncia de la violencia sexual en la edad adolescente, del «bullying» y de la capacidad de los adultos para mirar hacia otro lado, parecen menos importantes que cerrar el determinista círculo que el uso dramático de un perverso acertijo moviliza en un relato que quiere plantear hasta qué punto todos somos víctimas y perpetradores cuando se trata de lidiar con nuestros afectos y deseos, sobre todo en esa época en la que el sentido ético está en proceso de formación. Tenemos, pues, dos Evas, la adulta traumatizada y la niña (espléndida Rosa Marchant, sin duda, lo mejor del filme) que, un aciago verano, ve cómo su amistad con dos chicos de su edad amenaza con transformarse en un juego de poder del que ella puede quedar marginada si no acepta sus malvadas reglas.
La clave para resolver el enigma de la Eva adulta está en castigar a su versión infantil, en encarcelarla en una red de desprecios y fatalidades que, en realidad, solo valen para explicar para qué sirve un bloque de hielo. La película es tan insistente en su búsqueda del horror que cualquier discurso mínimamente serio sobre la (in)moralidad de lo que plantea –discurso que cineastas como Seidl, Haneke o Lars Von Trier habrían puesto en primer término, aunque solo fuera con ánimo de polemizar– queda eclipsado por lo tramposo de su guion. Compararla con «Un pequeño mundo» o «Close», filmes que trabajan temas similares desde una sensibilidad no exenta de inclemencia, es hacerle un
flaco favor.
Lo mejor:
Rosa Marchant, ganadora del premio a la mejor actriz en Sundance 2023.
Lo peor:
Su tremendismo parece fruto no de un debate moral sino de las exigencias de un guion tramposo.