Crítica de "La fiebre de los ricos": dinero tóxico ★★
Director: Galder Gaztela-Urrutia. Guion: David Desola, Pedro Rivero y G. Gaztela-Urrutia. Intérpretes: Mary Elizabeth Winstead, Rafe Spall, Lorraine Bracco, Timothy Spall. España, 2024. Duración: 116 minutos. Thriller apocalíptico.


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“La fiebre de los ricos” es de aquellas películas que debe funcionar mucho mejor en un pitching para productores ávidos de premisas de impacto -como lo es la misma protagonista, a la que vemos en esa tesitura al empezar el filme- que como producto final. Apuntándose a la moda de ese cine post-marxista que parece obsesionado en desollar la hipocresía de las clases altas -en títulos como “El triángulo de la tristeza” o “The Palace”, o en “El hoyo”, la anterior película de Gaztelu-Urrutia, gran éxito del Netflix pandémico-, el filme plantea el escenario de un virus que acaba con los multimillonarios del planeta, provocando una crisis económica mundial, porque para salvarse, los ricos se deshacen de su capital de las formas más rastreras, y el resultado es que las economías nacionales se desploman como castillos de naipes, y los pobres, por supuesto, acaban siendo aplastados por la resaca de la enfermedad.
La película quiere subrayar la fragilidad de los cimientos de una sociedad basada en un sistema económico, el capitalismo, que solo puede reaccionar desde la cobardía y la fragilidad ante una amenaza imperceptible y mortal como un virus (el Covid acecha en nuestra memoria).
El guion tiene buenas ideas -esa dentadura blanca, blanqueada como se blanquea el capital, como principal síntoma de una enfermedad que se hace visible en un instante- pero, en su intención de pasar por cine social concienciado, que pretende probar si los ricos serían capaces de soportar el hecho de convertirse en refugiados y personas sin hogar y aprenderían la lección por el camino, fracasa estrepitosamente. Es imposible identificarse con la protagonista, esencialmente antipática, y el desarrollo de la tesis del relato es tan obvia, tan falta de sutilezas, que acaba por resultar tediosa y cansina, sobre todo en la segunda parte del filme.
- Lo mejor: Hay un extraordinario esfuerzo de producción que se nota en el resultado final.
- Lo peor: Es demasiado enfática y redundante, tiende al subrayado y sus tesis pierden fuerza.