Crítica de "Golpe a Wall Street": bienvenidos al realismo capitalista ★★★
Dirección: Craig Gillespie. Guion: Lauren Shucker Blum y Rebecca Angelo. Intérpretes: Paul Dano, Pete Davidson, America Ferrara, Seth Rogen. Estados Unidos, 2023. Duración: 104 minutos. Comedia dramática.
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En “Realismo capitalista”, Mark Fisher afirma, contundente, que el capitalismo ha aniquilado cualquier utopía de modelo alternativo a sus estrategias económicas de desigualdad y explotación. Ni siquiera los más jóvenes han podido salirse de un marco rígido, que la crisis del 2008 no hizo más que sellar a cal y canto. Cualquier asomo de rebelión tiene que darse dentro del sistema, siguiendo las leyes del mercado. Es, en definitiva, lo que cuenta “Golpe a Wall Street”, tomando como objeto de estudio el caso GameStop, cuando, en 2021, un puñado de pequeños inversores, animados por un asesor financiero desde el sótano de su casa, consiguieron subir las acciones de una empresa en quiebra poniendo en jaque a las altas esferas de la economía norteamericana.
Craig Gillespie toma como modelo estructural la arquitectura narrativa de “La gran apuesta” para dar voz a todos los elementos de la ecuación para que entendamos que el capitalismo neoliberal es una red de múltiples factores que tiene la forma de un frágil castillo de naipes. Al contrario que la película de Adam McKay, abstruso y pretencioso informe de la crisis de Lehman/Brothers y sus consecuencias globales, el objetivo es reducir ese laberinto de cifras y especulaciones a escala humana. Por mucho que la presentación de personajes tenga un aspecto molecular, poniendo en relación en un mismo gesto veloz a los propietarios de fondos de inversión y a la gente de a pie, a los multibillonarios y a sus víctimas, señalando con rótulos su nombre y apellidos y lo que valen sus patrimonios, “Golpe a Wall Street” sigue a rajatabla la narrativa de David contra Goliat.
En este caso, David es Keith Gill (Paul Dano), que, en plena resaca pandémica, decide apostar, desde su canal de youtube y vestido con una camiseta estampada de gatos, por el caballo perdedor, solo que difundiendo su decisión un tanto suicida por la red, haciéndose viral, y convirtiéndose, en fin, en el líder de una revolución antisistema que llegará al Congreso de los Estados Unidos. La película sugiere que la guerra contra el capital solo puede librarse en el cableado universal de Internet, aunque el capitalismo siempre se guarda un as en la manga para irse de rositas. Es, pues, posible una nueva solidaridad obrera, aunque hay que jugar con las mismas armas -la especulación- que dicta el mercado. Cierto es que lo que “Golpe en Wall Street” gana en ritmo y claridad, en explicar para todos los públicos las complejidades económicas de un sistema que siempre va un paso más por delante que la gente corriente, lo pierde en profundidad emocional.
Su atomización narrativa, que funciona muy bien como método para representar la inconmensurable magnitud de una reacción en cadena viral, convierte a su protagonista en una pieza más de la lucha; una pieza a la que le falta la consistencia necesaria para que la película trascienda su condición de denuncia de usar y tirar. Parece que Craig Gillespie (“Yo, Tonia”, “Cruella”) quiera humanizar a sus personajes desde lo tragicómico, aunque a veces caiga en la caricatura (el magnate que interpreta Vincent D’Onofrio con un cerdo en su despacho), pero donde falla es en hacer de Keith Hill algo más que un ‘nerd’ de los suburbios. Por mucho que los créditos finales le hagan parecer un héroe, y la narrativa de la película alimente su imagen de moderno Robin Hood, su presencia es demasiado blanda para que nos lo creamos como un visionario.
Lo mejor:
Que celebre la rebelión de las clases medias contra los ricos sin olvidar que lo que quiere es entretener.
Lo peor:
Le falta un protagonista más sólido y más creíble.