Sección patrocinada por sección patrocinada

Estreno

Crítica de "Houira": cuerpos en caída libre ★★

Dirección y guion: Mounia Meddour. Intérpretes: Lyna Khoudri, Rachida Brakni, Nadia Kaci. Argelia-Francia, 2022. Duración: 104 minutos. Drama.

Un fotograma de "Houira"
Un fotograma de "Houira"Imdb

“Houria” (Libertad)” pertenece a esa clase de películas escritas con un manual de guion sobre la mesa. Hay una lista de temas -sororidad femenina, machismo, trauma político, inmigración, indolencia policial, creación artística como exorcismo- que se reparten como cartas de una baraja, pero siguiendo un orden estricto: podemos oír el crujir de las páginas cuando llega el tercer acto, marcado por una tragedia, y luego adiós, a otra cosa, es necesario seguir avanzando en la agenda de la película.

Esa “agenda” tiene que ver con lo simbólico de una mujer que, de algún modo, representa la libertad a la que aspira un país, Argelia, que aún tiene que lidiar con su pasado -la guerra civil que terminó con la amnistía de miembros de grupos de terrorismo islámico en aras de la reconciliación nacional- y que, carente de voz, tiene que reivindicar su cuerpo como depósito de rabia, resistencia y futuro. Es la idea más interesante de “Houria”, la que define mejor el arco dramático de su heroína: si el baile clásico produce heridas, la danza contemporánea, que al principio Houria abraza obligada por sus circunstancias -una lesión de tobillo, provocada por la agresión de un maleante, la deja fuera de juego para “El lago de los cisnes”-, le permite conectar con las mujeres que forman parte de su grupo de apoyo. Todas ellas son, en realidad, anomalías producidas por las injusticias de un sistema social y político que solo pueden vencer a través del trabajo con el cuerpo, de ahí que la cámara de Meddour se acerque tanto a sus gestos, a sus rostros, a la coreografía que clausura el filme como significativa declaración de principios.

Lo mejor:

Que reivindique la danza como espacio donde el cuerpo encuentra su propia voz.

Lo peor:

Hasta la banda sonora -del “Felicità” de Albano a la “Casta Diva” de Bellini- es puro cliché.