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Crítica de Ibermúsica en el Auditorio Nacional: El poso del buen vino

Obras de Bartók y Brahms. NDR Elbphilharmonie Orchester. Igor Levit, piano. Dirección: Alan Gilbert. Ibermúsica. Auditorio Nacional, 13 - II- 2024.
El pianista Igor Levit
El pianista Igor LevitRobbie LawrenceLa Razón
La Razón
  • Arturo Reverter

    Arturo Reverter

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La Orquesta hamburguesa, hasta 2016 Orquesta Sinfónica de la NDR, mantiene sus cualidades: sonido amplio y bien ensamblado, de espectro oscuro, equilibrio entre familias, flexibilidad, justeza de ataques y afinación irreprochable. El maestro Gilbert mantiene al conjunto en excelente forma, como se apreció en la «Sinfonía nº 1» de Brahms. Todo fue bien fraseado y estructurado, aunque hasta alcanzar el clímax pudiéramos denotar ciertas borrosidades. Bien cantado el «Andante sostenuto». Estupendamente construido el «Finale», en el que los distintos episodios fueron perfectamente expuestos. Algunos compases confusos, ciertas faltas de delicadeza en busca del toque más apasionado, como los de preparación del «Allegro non troppo ma con brio», conformaron un arrollador cuarto movimiento. Gilbert no se arredró y dejó que todo fluyera de forma natural.
Esos modos los apreciamos en su colaboración con el pianista Igor Levit, una de las grandes figuras actuales del teclado, fácil en el ataque, virtuoso en la digitación, delicado, a veces demasiado, en la expresión como se vio en el «Concierto nº 3» de Bartók. Exquisito y suave cierre del «Allegretto» inicial, en el que la orquesta y Gilbert lo bordaron. Los lentos acordes del «Adagio religioso» (curioso apelativo aplicado por un músico ateo, como señala Manuel Muñoz en sus notas al programa) fueron perfectamente servidos hasta crear un clima de curioso recogimiento. Los pasajes fugados del «Allegro vivace» fueron bien trabajados y expuestos y Levit puso de manifiesto su destreza en las octavas y en el esbozo del extraño vals popular.