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Estreno

Crítica de "Increíble pero cierto": regreso al futuro ★★★★

Dirección y guion: Quentin Dupieux. Intérpretes: Alain Chabat, Léa Drucker, Benoît Magimel, Anaïs Demoustier. Francia, 2022. Duración: 74 minutos. Fantástico.

Un fotograma de "Increíble pero cierto"
Un fotograma de "Increíble pero cierto"Imdb

Quentin Dupieux es un genio sacando oro de una sola idea. El argumento de sus películas puede resumirse en una oración transitiva, aunque luego aparecen, por sorpresa, las subordinadas, las adversativas y los puntos suspensivos. Ahí, en la suspensión de la credibilidad, se columpian sus premisas. Escuchen, pues: una pareja que se acaba de mudar descubre en el sótano de su nueva casa un portal para viajar en el tiempo. Si lo cruzas, apareces en el piso de arriba doce horas después, y tres años más joven. Lo que empieza como una broma juguetona, una desviación absurda de un episodio de “La dimensión desconocida”, se revela como un fantástico instrumento para analizar la desincronización a la que parece condenada el amor y el deseo cuando se nos da la oportunidad de volver sobre nuestros pasos.

Avanzar es regresar a la inmadurez, pero no siempre estamos preparados para escuchar al joven que nunca fuimos. Y, por si fuera poco, en esa paradoja temporal que también es espacial, Dupieux aprovecha para introducir algunos personajes secundarios -Benoît Magimel con su prótesis de pene mecánica- que son irresistibles. E “Increíble pero cierto”, que tiene ese aspecto desaliñado y urgente propio de un rodaje pandémico, hecho en familia, se desmarca con un tercer acto que es una auténtica maravilla: la palabra desaparece y las precipitadas idas y venidas por el quásar del tiempo de los dos protagonistas (estupendos Alain Chabat y Léa Drucker) se traducen en una película de montaje, como si el cine también hubiera regresado a sus orígenes, y reivindicara que, solo desde la infancia de las formas, puede volver a ser un juego sin reglas.

Lo mejor:

El ingenioso punto de partida y un tercer acto tan creativo como desafiante.

Lo peor:

Que parezca una broma que se agota en su propia repetición, cuando es la repetición lo que le da sentido.