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Estreno

Crítica de "Jane Austen arruinó mi vida": orgullo y prejuicio para un corazón roto ★★

Dirección y guion: Laura Piani. Intérpretes: Camille Rutherford, Pablo Pauly, Charlie Anson, Annabelle Lengronne. Música: Peter Von Poehl. Francia, 2024. Duración: 98 minutos. Comedia romántica.

Un fotograma de "Jane Austen arruinó mi vida"
Un fotograma de "Jane Austen arruinó mi vida"Imdb

Hay un momento conmovedor en esta película mayormente desenfocada, y llega al final, cuando en la mítica librería parisina “Shakespeare and Co”, el documentalista Frederick Wiseman recita el poeta “Camino”, de Jack Hirschman. “Un corazón roto es el principio de toda revelación”, dice con los ojos sabios y cansados, ofreciendo una acerada síntesis a las oscilaciones románticas de su heroína, una escritora en ciernes que no encaja en el siglo XXI, en estos tiempos de aplicaciones y ghostings, atrapada como está entre los muros de un trauma que le obliga a dejar escapar su propia vida y el afecto cómplice que siente por un amigo íntimo.

Si Agathe acaba pasando quince días en la residencia para escritoras Jane Austen, en honor a la que es una de sus autoras favoritas, es porque está predestinada a convertirse en la reencarnación de una de sus protagonistas. En cuanto vemos quien la viene a recoger al puerto, pedante y repeinado, intuimos que el Hugh Dancy de “Orgullo y prejuicio” ha resucitado y que el destino de Agathe está escrito a seis manos por Austen, Richard “Bridget Jones” Curtis y Woody Allen, del que toma prestada su clásica tipografía en los créditos.

Falla, en todo caso, la simpatía que deberíamos sentir por Agathe, cuya desubicación neurótica nunca resulta realmente divertida, con lo que cualquier intento del filme por construir un gag (el escupitajo de las llamas, por ejemplo) es pura coincidencia. Camille Rutherford debería funcionar como una especie de Phoebe Waller-Bridge letraherida, pero no tiene el suficiente carisma, y lo mismo les ocurre a sus parejas masculinas. Así las cosas, a “Jane Austen arruinó mi vida” le cuesta encontrarse a sí misma como comedia romántica para lectores de suplementos literarios, tal vez porque a esos lectores ya no les gustan las comedias románticas.

Lo mejor:

La lectura de Wiseman en la escena final, que define de forma muy poética la esencia del filme.

Lo peor:

Se debate, sin decidirse, por la comedia romántica con ínfulas letraheridas y la más comercial.