Crítica de "Mamífera": y, de repente, un embarazo ★★★ 1/2

Parece mentira que, en determinados imaginarios sociales, la identidad femenina no pueda entenderse sin el apellido de la maternidad, cuando ya en 1949, en “El segundo sexo”, Simone de Beauvoir reivindicaba que la mujer necesitaba desvincularse de la idea de ser madre para poder ser libre. Liliana Torres no necesita ponerse teórica con “Mamífera”. Le basta con observar, desde un naturalismo desbordante de verdad, a Lola, una profesora de arte, que acaba de cumplir los cuarenta y que parece vivir feliz con su pareja cuando recibe la noticia de que se ha quedado embarazada sin desearlo.

La ley (abolida en 2022) la obliga a esperar tres días antes de abortar, tres larguísimas jornadas de reflexión que Torres recorre con ella (espléndida María Rodríguez Soto) para comprender su proceso emocional, atravesado por las lógicas dudas y vacilaciones que ejerce la presión social. Conocemos otras versiones de la relación entre lo femenino y la maternidad por las amigas de Lola, por su madre, por su hermana, pero la película nunca se aferra a ese didactismo polifónico, aunque a veces -las secuencias oníricas, animadas a modo de collage- se pierda en la trivialidad de sus cavilaciones. El único escollo con que se topa Torres es la manera en que esa maternidad no deseada afecta a una relación de pareja que, tocada por la ternura, se deteriora en un abrir y cerrar de ojos. Ahí nos falta desarrollo, un espacio de discusión donde las razones de Lola se desplieguen, porque es lo que se merecen los personajes.

Lo mejor:

Hacer visible, desde lo cotidiano, la necesidad de desvincular la identidad femenina de la maternidad.

Lo peor:

Profundizar en el conflicto de pareja, que se resuelve de un modo un tanto apresurado.