Crítica de "Misterioso asesinato en la montaña": una buena y sangrienta nevada en agosto ★★★

Sobre si es un homenaje, un tributo o, simplemente, un descarado y cachondo copieteo de «Fargo» no vamos a decir más, solo que el buen actor y también cineasta Franck Dubosc sabe que nunca dirigirá como los Coen (ni siquiera como uno de ellos, buen amigo) y que el veterano intérprete solamente quería pasar un buen rato rodando esta gamberra comedia negra entre colegas que asimismo ha escrito y protagoniza plagada de tentaciones (porque el dinero no da la felicidad, pero ayuda, carajo) y muertes absurdas.

Como al principio del filme, cuando el bueno y semi apamplado de Michel, vendedor de árboles de Navidad (por cierto, La Nochebuena está al caer en el filme) y uno de los pocos habitantes que viven en un pequeño pueblo del Jura, choca para evitar a un oso enorme contra otro vehículo con el saldo de dos muertos. Angustiado, el tipo decide contárselo a su pareja, Cathy, quien decide que lo mejor es deshacerse de los cadáveres.

Pero en el proceso aparece una bolsa de deporte repleta de billetes y el matrimonio, ahogado por las deudas y otros problemas económicos, decide quedarse con el dinero. Dos millones de euros, exactamente. Lo curioso es que asoma en el panorama otro tercer finado mientras el policía de la localidad (que interpreta, por cierto, Benoît Poelvoorde, el inolvidable asesino en serie que protagonizaba la provocativa «Ocurrió cerca de su casa», 1992) intenta resolver el caso y hasta surgen por allí narcotraficantes con muy poca paciencia. Ah, y un payaso asesino, el hijo adolescente y retraído de Michel y Cathy, que, cuando decide soltar la play y pasar a la acción, es también para salir corriendo.

Lo mejor:

Es una disparatada comedia negra con momentos realmente divertidos

Lo peor:

Quizá el excesivo «happy end» tras todo lo visto quede un poco fuera de lugar