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Crítica de "Samsara": el origen del mundo ★★★★ 1/2

Director: Lois Patiño. Guion: Garbiñe Ortega y Lois Patiño. Intérpretes: Amid Keomany, Toumor Xiong, Simone Milavanh, Mariam Vuaa Mtego, Juwairiya Idrisa Uwesu. España, 2023. Duración: 113 minutos. Drama.
Un fotograma de "Samsara"
Un fotograma de "Samsara"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Quizás para ver hay que cerrar los ojos. Quizás es lo que quería decirnos Víctor Erice con su última película, y lo que insiste en aconsejarnos Lois Patiño cuando nos enfrentamos a ese nirvana-bisagra, ese paréntesis sinestésico que separa las dos partes de “Samsara”. Si en las religiones hinduistas, “Samsara” es un término en sánscrito que designa ese ciclo de la vida predestinado a reencarnarse, en el culto laico del cine es ese espacio intersticial donde las formas, los colores y los sonidos se remezclan en un útero cósmico.
Ese intersticio sobrenatural, equidistante de las atmosferas lumínicas de James Turrell y los ingeniosos trucos interactivos de William Castle, separa dos historias de textura antropológica que nos obligan a ver dos veces la misma película desde distintos lados del espejo. O del planeta: de una escuela de monjes budistas en Laos, con sus colores saturados y sus espectrales sobreimpresiones, pasamos a una comunidad de mujeres que trabajan en una granja de algas en Zanzíbar, sin saber si los relatos, difusos y sonámbulos, transcurren en universos simultáneos.
De lo masculino a lo femenino, de Apichatpong Weerasethakul a Jean Rouch, el cineasta gallego trabaja las dicotomías anímicas, geográficas y cinematográficas de su discurso como si fuera un médium capaz de transmigrar las almas. Patiño, que tiene un largo y brillante historial filmando espacios reales teñidos de fantasmagoría (desde “Costa da Morte” a “Lúa Vermella”), ha conseguido algo extraordinario y paradójico: por un lado, ha hecho visible algo que pertenece al territorio de la mística, convirtiéndolo en una inédita experiencia sensorial, y, por otro, ha querido que ese momento sagrado pertenezca al reino de lo imaginario. Abriendo o cerrando los ojos, se ha acercado a filmar el origen del mundo, que no es poco.
Lo mejor:
Es una experiencia sensorial de una generosidad extraordinaria, que solo puede disfrutarse en toda su riqueza en una sala de cine.
Lo peor:
A veces puede parecer que depende demasiado de sus modelos, sobre todo del cine de Apichatpong Weerasethakul.