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Crítica de "Spider-man: Cruzando el multiverso": un experiencia estética irrepetible ★★★★

Director: Joaquim Dos Santos, Kemp Powers, Justin Thompson. Guion: Phil Lord, Christopher Miller, Dave Callaham. Música: Daniel Pemberton. Estados Unidos, 2023. Duración: 140 minutos. Animación.
Una escena de "Spider-man: Cruzando el multiverso"
Una escena de "Spider-man: Cruzando el multiverso"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Si Borges levantara la cabeza, los ojos se le derretirían en los colores ácidos del arco iris. No está el país de la animación para lamentos nostálgicos cuando una película de la ambición formal de “Spider-man: Cruzando el multiverso” consigue reinventar técnicas, texturas y diseños de personaje de un modo que aplaudirían desde pioneros de la experimentación animada como Oskar Fischinger hasta al Tony Conrad de “The Flicker”. En su ensayo “Metáforas de la visión”, Stan Brackage hablaba de la destrucción de los sentidos, en la medida en que las imágenes podían convertir nuestra percepción en algo líquido, incluso gaseoso.
La infinita gama de técnicas que utiliza la secuela de “Spider-man: Un nuevo multiverso”, que eleva a la enésima potencia las invenciones estéticas del original, acaba por lograr algo parecido: cada plano es un cosmos formal en sí mismo, y su frenética mezcla, que bebe obviamente del cómic cuatricromado, pero también del ‘stop-motion’, de la animación digital, del arte urbano y del contemporáneo (la escena inicial del Guggenheim, con la destrucción del perro globo de Jeff Koons y la aparición de un villano que parece dibujado por Leonardo da Vinci, es una buena muestra de ello), producen una experiencia sinestésica, tan apabullante como hipnótica, que deja al espectador en estado hipnagógico. Simplemente extraordinario.
Uno de los problemas del relato multiversal es cómo se despliegan las estrategias de anclaje emocional con el espectador. Abrumado por la forma, y con el relato disparándose como una telaraña, con miles de Spiderman persiguiendo a nuestro Spiderman original, Miles Morales, la audiencia lo tiene difícil para agarrarse a un corazón. “Spider-man: cruzando el multiverso” sabe que la sofisticación narrativa que puede desarrollarse desde los universos paralelos debe ser afín a la mitología del superhéroe, y no se olvida aquí de trabajar los temas de la responsabilidad y la culpa, y de utilizar la fundacional muerte del tío Ben como línea roja que sincroniza los múltiples mundos de cada versión de Spiderman para que no se autodestruyan.
Y, sin embargo, y por mucho que el relato tome aire cuando Miles Morales y Gwen Stacy se reencuentren, o Miles tenga que lidiar con sus padres, este crítico siente que los colores y los fondos, la bella violencia de sus persistentes mutaciones, lo devora todo. Y más cuando el último tercio del filme prepara cuidadosamente dejarnos colgados en un ‘cliffhanger’, como en los antiguos seriales de aventuras.
Lo mejor:
Es una experiencia estética irrepetible, y lleva a la animación a cotas creativas abrumadoras.
Lo peor:
El relato multiversal aún tiene que encontrar sus puntos de equilibrio emocionales.

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