Crítica de "Strangers. Capítulo 1": un Airbnb en el infierno ★ 1/2
Dirección: Renny Harlin. Guion: Alan R. Cohen, Alan Freedland, Amber Loutfi. Intérpretes: Froy Gutierrez, Madelaine Petsch, Gabriel Basso, Rachel Shenton, Richard Brake. Estados Unidos, 2024. Duración: 91 minutos. Terror.
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Si la notable eficacia de “Los extraños”, la espléndida ópera prima de Bryan Bertino, radicaba en destilar la esencia de dos subgéneros del cine de terror -el “slasher” y la “home invasión”- en un abstracto ensayo sobre la banalidad del mal, una especie de “Funny Games” sin coartadas metalingüísticas, la primera entrega de este innecesario ‘reboot’ parece morir en el intento de copiar sus logros sin un ápice de su genio. A priori, el proyecto puede despertar simpatías, aunque el “Capítulo 1” del título nos haga temer que Renny Harlin, que anda bregado en secuelas (suya es la divertida “Pesadilla en Elm Street 4”), se haya apuntado a la estructura miniserie que Kevin Costner ha adoptado con la reciente “Horizon”.
Harlin, que estrenará los dos siguientes capítulos durante este año, afirma que ha concebido la trilogía en continuidad, de manera que este “The Strangers” sea como el primer acto de una película de cuatro horas y media. En sí misma, la cinta funciona de forma autónoma, aunque comete el error (uno de tantos, y no es menor) de llenar de sentido lo que en el filme de Bertino era solo vacío, puro terror ciego. Al fin y al cabo, tal vez sea su subtexto político -una versión trumpista de ese retorno de los reprimidos que el crítico Robin Wood asoció con el género en la América de los setenta- lo que la haga fracasar.
Aquí, la llegada a la fuerza de una pareja de enamorados a una casa rural en medio de los bosques de Oregon está precedida de su breve estancia en Venus, un pueblo de mala muerte cuyos habitantes, paletos de mirada torva y recto juicio moral, condenan la vida licenciosa de los urbanitas (¡ni siquiera están casados!) con una hostilidad que desembocará en la tortura que ocupará el resto del metraje. Así las cosas, los tres enmascarados, que llaman a la puerta del Airbnb del infierno para infiltrarse en sus espacios como fantasmas armados hasta los dientes, pueden tener un origen, al menos en la mente del espectador, y eso provoca que todo lo que hacen sea completamente previsible porque hay un motivo para su asedio. Harlin sigue a rajatabla los pasos del original, pero los banaliza con golpes de música y sustos fáciles. Cuenta con los mismos ingredientes para cocinar el miedo, pero no controla el tiempo de cocción.
Lo mejor:
A veces parece que Harlin se preocupa por pensar el espacio fílmico para crear inquietud.
Lo peor:
No te quedan muchas ganas de ver los dos capítulos siguientes.