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Crítica de "Traición": una víctima de nuestro tiempo ★★

Dirección y guión: Jean-Paul Civeyrac. Intérpretes: Sophie Marceau, Johan Heldenbergh, Cristina Flutur, Michaël Erpeling, Héloïse Bousquet. Francia, 2022. Duración: 92 minutos. Drama «noir».
Un fotograma de "Traición"
Un fotograma de "Traición"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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El título original, “Una mujer de nuestro tiempo”, es intrigante. Hay en él una intención universal, representativa, como si la comisaria de policía que interpreta Sophie Marceau -cuya integridad moral parece tan pétrea como la expresión de su rostro, solo quebrantada por el aniversario de la muerte de su hermana, muerte que se propone investigar para escribir un libro, uno más de su larga carrera como autora de novelas criminales- hubiera nacido como símbolo de una feminidad que abrirá los ojos, y se permitirá, por primera vez en su vida, interpretar las pruebas que indican que el mundo no es como ella querría; en fin, que los hechos demuestran que ella también es una víctima. ¿Es eso lo que pretendía decirnos con el título Jean-Paul Civeyrac, que ha llegado el momento del empoderamiento de las víctimas? Si es así, es difícil imaginar película más confusa, teniendo en cuenta la agresiva deriva de su protagonista.
Bien es cierto que “Traición” empieza vinculando a Julianne (Marceau) con el ejercicio de la violencia, filmándola mientras practica su puntería -con pistola y con arco y flechas, como una amazona moderna- como si supiera que le servirá en un futuro inmediato. La música, ominosa y siniestra, acompañará a Julianne en todo momento, como si fuera la heroína de un melodrama de terror gótico. La fijación de Civeyrac con Marceau, bregada en un cine francés más amable, pretende que entendamos las motivaciones del cambio radical del comportamiento de su personaje, pero la opacidad de la interpretación de la actriz no aporta ni profundidad ni misterio a su camino hacia la venganza.
El objetivo de esa venganza es, claro, el patriarcado, representado por un esposo condescendiente, amoroso pero con una doble vida, cuyo egoísmo ha desatado la fatalidad alrededor de su pareja, demasiado aburguesada para darse cuenta de su papel de objeto. La reacción de Julianne aparece, finalmente, como una extravagancia casi grotesca, cuando, en el plano teórico, debería ser la lógica consecuencia de la explosión de su rabia interior (es decir, de la rabia de “todas las mujeres de nuestro tiempo”). No ayuda que Civeyrac decida interrumpir el proceso psicológico de Julianne con un desvío argumental bastante bizarro, y que parece cumplir la función de enfrentar al personaje con una violencia de género física que ella no ha sufrido, y que añade más incongruencias y heridas supurantes a un guion que apenas puede sobrevivir a sus caprichos.
Lo mejor:
Su desenlace es tan bizarro que transmite una inquietante sensación de caos y extrañamiento.
Lo peor:
Un guion lleno de agujeros impide que entendamos tanto las intenciones del director como el tormento interior de su heroína.